2008/06/03

La lucha social siempre ha de estar en primera línea

'Bewegung 2. Juni’ Llamado así por la fecha en la que el estudiante Benno Ohnesorg murió tras las cargas de la policía contra una manifestación, el Movimiento 2 de Junio, surgió en la escena anti autoritaria de Berlín Oeste en 1971. Su concepto de guerrilla urbana se inspiraba en algunos de los grupos de América Latina, como los Tupamaros uruguayos, y combinaba acciones clandestinas con una vida normal y aparentemente legal, rechazando la profesionalización de la lucha armada y el tutelaje a las luchas sociales.

ALEMANIA : RONALD FRITSCH, EX MIEMBRO DEL MOVIMIENTO 2 DE JUNIO

Jacobo Rivero / Wolfram Metzger. Redacción Diagonal/ Berlín

El Movimiento 2 de Junio fue un grupo atípico, fuertemente vinculado a la escena ‘contracultural’ berlinesa, que no pretendía erigirse como vanguardia de las distintas tendencias políticas de izquierda radical, “sino ser como una más, pero con una práctica armada”. El grupo logró gran atención con acciones espectaculares como el reparto de bombones durante sus atracos.

La acción más importante del grupo, y punto de inflexión, fue el secuestro del líder del partido conservador CDU, Peter Lorenz en 1975. Con este secuestro que removió los cimientos de la sociedad alemana, el Movimiento 2 de Junio consiguió la liberación de cinco miembros de la RAF a cambio de la del político. Poco después los líderes del grupo fueron arrestados. Durante los posteriores registros tuvo lugar un tiroteo con la policía en Colonia en mayo de 1975.

Werner Sauber, miembro del grupo, y un policía resultaron muertos. A partir de entonces sólo se supo del Movimiento 2 de Junio a través de las declaraciones en los juicios y de los textos escritos en la cárcel. En junio de 1980, el grupo se disolvió y una parte de sus miembros se integró en la RAF. Ese mismo mes, tres miembros del Movimiento encarcelados en la berlinesa prisión de Moabit, Ralf Reinders, Klaus Viehmann, y el propio, Ronald Fritsch, hicieron público un texto expresando su desacuerdo con esta decisión.

DIAGONAL : ¿Cuál fue el contexto político y social del que nació el Movimiento 2 de Junio?
RONALD FRITSCH : A finales de los ‘60 y comienzos de los ‘70 el movimiento anticapitalista tenía muchas facetas. Por un lado, había cambios culturales que se daban justamente en la juventud. Fue una explosión, también en las formas de vida. Hubo muchos intentos de autogestión : centros juveniles, grupos en las empresas, grupos barriales, jardines de infancia... Esta escena se radicalizó políticamente, chocó con los límites que marca el Estado y fue duramente reprimida.
Surgió entonces la necesidad de defenderse de la represión. Se produjo toda una serie de reflexiones y debates sobre cómo el movimiento anticapitalista debía responder. Se crearon infinidad de grupos que también libraron una resistencia militante y que enfrentaban estas limitaciones de una manera cada vez más ofensiva. En 1972, varios de estos grupos se agruparon para organizarse mejor.
D. : Dices que la escena anticapitalista se radicalizó. ¿Hubo algunos momentos concretos o hechos que lo provocaron?
R.F. : La radicalización fue primero en la línea política, en el rechazo del capitalismo y del imperialismo. Vietnam fue un tema importante. También fue relevante la denuncia de la pervivencia en el poder de antiguos dirigentes nazis que son los que construyeron las estructuras de la República Federal. Otro momento importante fue el atentado contra Rudi Dutschke (líder del movimiento estudiantil, que recibió un disparo por un obrero derechista), pero yo no basaría el proceso de radicalización en acontecimientos puntuales.
Lo describiría más bien como un proceso cotidiano, que se va enfrentando a unas limitaciones que impiden su desarrollo. Éste fue el caso de la gente que se unió a los grupos autogestionados dentro de las empresas. Eran estudiantes o trabajadores y les era difícil intervenir y transformar el contexto. Rápidamente volvías a estar fuera.
D. : ¿Qué diferencias existían con respecto a otros grupos de la extrema izquierda en Alemania ? ¿Cuáles fueron las discusiones y las posiciones dentro del Movimiento 2 de Junio?
R.F. : Esto es muy complejo. Hay que saber que la ‘nueva izquierda’ que se creó en la RFA después del fascismo, no tenía una historia. No había izquierda que pudiera transmitir algo. Los viejos comunistas o izquierdistas fueron asesinados bajo el III Reich o emigraron. Después de la guerra, muchos comunistas se marcharon a la República Democrática y otros se alejaron de la militancia. Apenas había gente que pudiera transmitir posiciones de izquierda.
Todo tuvo que ser aprendido de nuevo. Desde los clásicos anarquistas hasta Lenin, se leía todo. Principalmente lo primero que se hacía era cuestionar todo lo que definía la sociedad burguesa. Se puede decir que a principios de los ‘70 existía toda la franja de posiciones que podían desarrollar los izquierdistas. Sin embargo, las diferencias teóricas entre los grupos eran relativamente insignificantes cuando se desalojaban centros juveniles o se abordaba la oposición a la guerra de Vietnam. Entonces -principios de los ‘70- las diferencias tenían una importancia menor. Se peleaban unos cuantos teóricos, pero en la base no tenía importancia quién estaba en qué organización.
Más tarde, esto se volvió más significante cuando los puntos de divergencia se agrandaban sobre todo en lo que a cuestiones prácticas se refiere y cuando las discusiones ideológicas y el dogmatismo destrozaron la base común. A diferencia de la RAF, el Movimiento 2 de Junio se entendía como brazo armado del movimiento, quería hacer agitación como parte del mismo. La RAF se consideraba una fuerza motriz que pretendía el liderazgo en la lucha revolucionaria. De ello nacieron diversas formas políticas y prácticas que ya no eran compatibles unas con otras, aunque hubo algunos encuentros. Al principio algunos militantes del 2 de Junio estuvieron en la RAF, pero luego se marcharon. El estilo autoritario de liderazgo y el distanciamiento de los movimientos de base se contradecía con nuestros principios. El Movimiento 2 de Junio se creó en relación a los movimientos de base para desarrollar una política armada.
D. : Vuestras propuestas respecto a la cárcel también se diferenciaban...
R.F. : A partir de 1977 los presos de la RAF pedían ser tratados como prisioneros de guerra de acuerdo con la convención de Ginebra. Como exigencia principal plantearon el reagrupamiento de todos los presos políticos. Nosotros por el contrario veíamos la cárcel como otro espacio de vida en el que nos encontramos involuntariamente. No distinguíamos entre presos ‘sociales’ y ‘políticos’.
Decíamos que la lucha seguía en el interior de las prisiones, unidos a los otros presos. Queríamos desarrollar algo junto a ellos. Tal como lo veníamos haciendo fuera, en el barrio, en la empresa, en los centros juveniles.
D. : ¿La estrategia de atracar bancos fue habitual?
R.F. : No sé cuantos fueron, tendría que mirar en el pliego de acusación, creo que fueron diez atracos. Con ese dinero básicamente hemos financiado actividades y estructuras ilegales. Pero también se apoyaron varios proyectos legales.
D. : ¿Qué conclusiones se pueden sacar hoy de la experiencia de los distintos grupos armados y de la extrema izquierda en su conjunto entre los ‘70 y la caída del Muro?
R.F. : Una izquierda armada sólo puede existir con un trasfondo de una izquierda fuerte. La RAF finalmente se despidió de esto cuando su punto de anclaje ya no fue la población o la resistencia. Remitirse a los pueblos del Tercer Mundo hacía más fácil el prescindir del respeto político y de la agitación aquí. Para nosotros era un error. La relación con las bases y el desarrollo de la política revolucionaria aquí era una parte imprescindible de nuestro concepto. Una tropa ilegal necesita mucho apoyo. Cualquier ilegal necesita gente que sea legal, que consiga viviendas, que consiga coches, que consiga papeles o que ceda los suyos. Cuando no hay izquierda que sostenga esto políticamente tampoco hay gente que lo sostenga en la práctica. Entonces tampoco hay estructuras capaces de actuar. Como una gran parte de los activistas fueron detenidos a mediados de los ‘70 y otra buena parte de los que se encontraba en la calle se acercó cada vez más a las posiciones de la RAF, perdimos mucho apoyo.
D. : Diferentes voces sostienen que la consecuencia de los años de lucha armada también ha sido el aumento de l potencial militar del Estado, que ahora puede desplegar una represión mayor contra las protestas.
R.F. : Yo lo veo de otra manera. Cuando se aprobaron las leyes más duras aún no se había producido ni un disparo. Cuando se aprobaron las leyes de emergencia, no se había lanzado ni una sola piedra. Cuando observamos los endurecimientos legislativos que se han dado en los últimos 15 años, sobre todo en lo que se refiere a la seguridad interna, nada ha pasado que justifique esto. Naturalmente, los errores políticos, como por ejemplo el secuestro del Landshut (avión de Lufthansa) en Mogadiscio, llevaron a un clima en el que la gente que tú quieres atraer hacia la causa, ve comprensible las medidas represivas del Estado, porque estas mismas personas se sienten amenazadas.
Hubo cantidad de errores políticos que han fomentado esto, pero con seguridad estos errores no fueron la causa. Hoy, los derechos sociales han sido vaciados de contenido. La gente está siendo explotada de una manera más voraz que hace 30 años. Las organizaciones obreras han sido integradas en el sistema de tal forma que ya no pueden oponerse a esto y les lleva a traicionar los intereses de quienes aparentemente representan. Hoy por hoy hay, como mucho, combates parciales en retirada.
D. : El debate sobre el indulto a Christian Klar ha demostrado que aún sigue la lógica de la confrontación.
R.F. : No me extraña nada que el Estado no libere a las personas que quieren cambiar la sociedad y que aún se aferran a ello. Por ejemplo, uno de los acusados y juzgados por los miles de crímenes cometidos en el campo de exterminio de Auschwitz fue condenado a seis minutos de cárcel por cada asesinato, y éstos ni los cumplió. No se trata de lo que ha hecho uno, sino del porqué le encarcelan.
D. : Renato Curcio, uno de los fundadores de las Brigadas Rojas en Italia, dijo que parte de su generación no encontró otra salida a la situación asfixiante que la lucha armada y la heroína. Algunos se decidieron por lo primero, pero él reconoce que ahora es posible construir una lucha social de la izquierda sin volver a recurrir a las armas. ¿Significa que está superada la lucha armada en Europa ?
R.F. : Cuando el recurso a la lucha armada se encuentra en contradicción con la lucha social, entonces el error político ya está en el fundamento. Siempre ha de encontrarse en primera línea la lucha social, el desarrollo de una estrategia política hacia la liberación, la organización de los explotados. Bajo ciertas circunstancias, la lucha armada puede ser una necesidad, pero ha de estar subordinada a sus propias bases. Si realmente hay gente que entendió la lucha armada como alternativa a la lucha social, entonces la derrota era predecible desde el comienzo.

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