2008/05/19

FP- SPK. Hacer de la enfermedad un arma.


Margrit Schiller estudiante de psicología en Heidelberg se unió como militante en 1970 al frente de pacientes. De esta experiencia surge un texto de agitación donde el Colectivo Socialista de Pacientes de la misma universidad pone en práctica los contenidos que hacen de la enfermedad un arma del conocimiento y del cambio, un arma ofensiva contra el poder médico, y por consiguiente contra todo poder. Tras la detención del doctor Huber, buena parte del grupo se integra en la RAF. Lo que sigue, a continuación, es una carta de Sartre comentando el escrito: "Hacer de la enfermedad un arma".


17 de Abril de 1972
Queridos camaradas:
Con el mayor interés he leído vuestro libro. A la antipsiquiatría habría que radicalizarla a fondo. Vuestro libro lo haría posible. Pero esto sería solamente lo de menos. Lo que importa realmente lo he encontrado en vuestro libro. Porque se basa en un trabajo práctico coherente y continuo cuyo fin es el abolir todos los métodos terapéuticos en el trato con enfermedades mentales. Es que también todos los demás métodos terapéuticos no son sino así llamados métodos curativos y por principio y desde el comienzo no aciertan en absoluto en el presunto objetivo.
Si trato de resumir el conjunto correctamente, entonces entendéis con Marx por enfermedad alienación, porque la alienación ya por sí sola es la característica general de una sociedad capitalista. Habéis muy bien hecho en eso y con buena razón que abarcáis, elaboráis y trabajáis todas las enfermedades primeramente como productos de alienación capitalista.
Así pues fue Friedrich Engels quien en 1845 hizo constar bajo el título "La situación de la clase obrera en Inglaterra" que a través de la industrialización capitalista se ha creado un mundo "en el cual solamente aquella clase (Sorte) de seres humanos que ha sido deshumanizada y degradada, puede sentirse en casa. Y esto tanto bajo el punto de vista intelectual como con respecto al conjunto corporal de sus costumbres. Esa parte de seres que puede sentirse todavía en casa conforme a todo esto, a esa parte de seres la han bajado y han degradado al nivel del reino animal, pues esa parte de seres no sólo está sino que es enferma bajo consideraciones médicas, es decir es físicamente mórbida."
Engels por lo tanto se refiere siempre al conjunto de esa parte de seres que no sólo está sino que es afectada sin excepción alguna por la enfermedad, porque esa parte de seres, atomizada por fuerza en seres singulares, ha sido y sigue siendo mutilada continua y sistemáticamente en los seres inferiores, -y esto tanto exterior como interiormente. Son las violencias atomizantes del sistema las que llevan a cabo todo esto. Esta enfermedad puede ser concebida, en el sentido de un objeto totalizante incluyendo la totalidad de todas las enfermedades [Gesamtgegenstand], como un único daño grande que ha sido causado, y siempre de nuevo, a los trabajadores asalariados afectados todos ellos en total por enfermedad. Al mismo tiempo esta vida dañada es la rebelión visible contra la totalidad de este daño que les ha reducido, con o sin conocimiento suyo, a este estatus de objeto. Aunque las condiciones y relaciones sociales hayan cambiado a fondo desde 1845, pero la alienación como tal sigue siendo todavía la misma, tanto hoy como en aquel entonces. Esto seguirá siendo así mientras el sistema capitalista siga en pie. Es así porque -como decís- la alienación es condición y resultado de todo actuar capitalistamente en el sistema capitalista. La enfermedad es -como decís- la única forma posible y el único camino posible para vivir en el capitalismo. Es verdad que también el psiquiatra, un trabajador asalariado, es un enfermo como todos los demás y nosotros mismos. Pero lo que al fin y al cabo le destaca por encima de todos los enfermos y de todos sus semejantes, es única y exclusivamente el hecho de que la clase, en la cual domina, le ha pertrechado a él y a sus semejantes con todos los arsenales de poder para hacer encerrar o/y trabajar asalariadamente a los miembros de la clase oprimida. Y no hace falta en absoluto tomar en ponderación que el tratamiento, incluso la "curación", nunca puede hacerse señor de la enfermedad, ni mucho menos en el sistema dominante. Todo tipo de terapia, que es de todos modos solamente una tal así llamada, es en realidad la reparación de la capacidad de trabajo, y nada más. De una manera u otra sigues siendo un enfermo.
En la sociedad establecida existen entonces dos tipos de gente: o uno está adaptado o uno está, bajo la norma médica, sin norma y sin valor. Entre los adaptados existen otra vez dos partes, ambas igualmente sin llamar la atención pero enfermas aunque sin tener conciencia de eso: el médico, si no es al final y como última etapa el psiquiatra, exhibe a uno de los dos tipos de estos enfermos al público como prueba de que éstos cumplen la norma y son valiosos. Son aquellos enfermos cuyos síntomas y padecimientos cuadran con la producción capitalista. La segunda parte de los enfermos adaptados son aquellos cuyos síntomas y padecimientos fueron readaptados por fuerza con medios terapéuticos-terroristas a la producción capitalista.
Pero los demás, éstos son los enfermos sin norma y sin valor (enfermos enfermos, krank-Kranke), los que por una revuelta sin rumbo fijo son incapaces para hacer el trabajo asalariado iatrocapitalista, una revuelta sin rumbo fijo que sólo llega a aparecer en ellos: perturbadora, asquerosa, fea, siendo esa revuelta aguafiestas, signo de fracaso, "en el mejor de los casos" dolorosa y lamentable. Este trabajador asalariado enfermo hace el transcurso [durchlaeuft] luego como paciente, de médico en médico, las reacciones en cadena entre médico-y-médico de ser diagnosticado [y ni siquiera hace falta un diagnóstico expreso, con esto ya son más cautelosos, es decir son más recatados-astusiosos (gescheit-gescheut)]. Es decir: hace el transcurso [durchlaeuft] a través de la cadena de significantes, él mismo el significado sucesivo, en las palabras de Jacques Lacan que también yo utilizo aquí, porque en la cadena de significantes cada significante tiene como "asunto" [Gegenstand] solamente a otro significante al cual el significante apunta mecánicamente, con un curso inevitable guiado por raíles del habla y con gran diseminación, también en niveles así dicho inconscientes, pero con lo cual nunca dan con el significado al que se refiere presuntamente -como suponen todos como si tal cosa- nunca con el "asunto" real del juicio [Urteilsgegenstand], es decir: con un "asunto" cualquiera, puede ser una vez también un paciente*. Si el paciente ha hecho el transcurso a través de esta cadena de significantes deslizadora y resbaladiza [Abrutsch- und Ausrutscher-Signifikantenkette], entonces aterriza finalmente en el psiquiatra (un efecto fulminante averiguable sólo estadísticamente pero no calculable -exactamente como en el caso de una bomba atómica), aterriza por lo pronto en lo psiquiátrico, bastantes veces ya en el acto o como estación terminal. Se trata -bien entendido- en el caso de esta segunda categoría de enfermos de los que son la revuelta sin rumbo fijo porque han sido incapacitados por su revuelta sin rumbo fijo para hacer trabajo asalariado capitalista.
* Citado, escrito (scrivere é uccidere, A. Verdiglione), olvidado. [Aufgerufen, abgeschrieben, totgemacht.] Convocado, desahuciado [ab-geschrieben] y registrado viene el paciente significado por la puerta de la consulta y tiene su final, su morir, ya consigo, por lo demás como cualquier otro objeto también (elefante, árbol, barrera ...). Por eso: escribir es asesinar. Quien ofenda con enfermedad está en el derecho. La enseñanza de significantes tiene su dialéctica particular. Todo jaleo alrededor de la tecnología génica, que sólo es modernista y nada más, no cambia nada en esto, cuando la enseñanza de significantes despliega en relación con la enfermedad su fuerza de percusión, como en lo presente en Sartre. PF/SPK
Este policía, a saber el psiquiatra, les echa primera y automáticamente, es decir sin intervención especial, fuera de todo contexto de la ley al negarles a los pacientes llegados a él por ejemplo por traslado o como en la mayoría de los casos a través de otro policía, primeramente el derecho a recurrir a las leyes más simples y más elementales. Por supuesto el médico/psiquiatra es el cómplice de las violencias atomizantes y despedazantes por estar totalmente vinculado y comprometido en ellas. Saca picoteando los casos singulares y les aísla como si éstos -porque se manifiestan al nivel corporal o social como perturbadores y como revoltosos- tuviesen ellos mismos la culpa de estas molestias y turbaciones y de su desgracia y de todas las desgracias en torno suyo. Entonces colectiviza a estos pacientes, les convierte en una colección* de los que le parecen semejantes entre sí, y sea solamente en una única particularidad la cual saca de su interior como una calidad atributiva (Anmutungsqualitaet en el sentido de Husserl, véase también bajo phainomena) que a él le parece conveniente, para incrustarla "sutilmente" en una característica diagnóstica específica. Y ahora continúa la observación celosa [im eifrigen Verfolg] de sus distintos comportamientos después de que el psiquiatra haya relacionado todos estos efectos suyos alternando uno con el otro así que supuestamente le salta de un golpe a los ojos la unidad de sus nocividades (nosología) en las cuales se basa aquella supuesta unidad. Al fin y al cabo les tiene, a estos artefactos suyos, por las enfermedades mismas porque ya antes ha buscado y encontrado -clasificando y diferenciando, se sobreentiende- un cajón oportuno para todo. La persona enferma como tal está sacada ahora fuera de sus relaciones sociales y personales y aislada como un átomo y está arrojada detrás a una categoría especial (esquizofrenia, paranoia, etc.). De este modo el enfermo aislado y atomizado puede verse arrojado detrás a una categoría particular y al mismo tiempo en "sociedad" con otros pacientes, con algo supuestamente parecido. Sin embargo no puede llegar, por supuesto, a mantener relación social alguna con estos otros pacientes porque cada una de estas personas es -desde la óptica del psiquiatra- sólo el ejemplar idénticamente igual de la una y misma "psiconeurosis"**.
* un colectivo. Muy utilizada por la clase médica de hoy es la expresión colectivo de pacientes para un objeto de investigación, y ya Martín Lutero había deseado ardientemente un colectivo de pacientes para el médi-culo o como él dice y escribe: para el SALVAd'or (HEILand). Tanto éste como el otro "colectivo de pacientes": todo para el médi-culo.
** Confrontado con todo eso por Huber al director psiquiatra Walter Ritter von Baeyer no le quedaba nada más que reclamar un cierto mandato de la sociedad de encarcelar a los pacientes y que reclamar los límites que opone el Estado en contra de cambios necesarios. ¡Viva el contrato social! ¡Viva la revolución! (¿Qué revolución?). En las palabras del director: "No puedo echar piedras en ventanas." Huber: "Pero yo sí, y más y más, la necesidad siendo la más comprobada." El director se huyó y casi se rompió su cabeza en los vidrios de la puerta. En casos parecidos para sus pacientes -huyendo de electrochoques- han resultado fracturas en la base de la cabeza. ¿Es más fácil ser director o asesinarse como director?
Todo por el contrario de todo esto, vosotros habéis conseguido vuestra meta y os habéis propuesto enfocar y cambiar los hechos colectivos que son la base de todo ello, más allá de las múltiples apariencias: todo esto está relacionado y ligado estrictamente con el sistema capitalista porque el sistema capitalista convierte a todos en una mercancía y como consecuencia de ello a los trabajadores asalariados en cosas (transformación de los trabajadores asalariados en la alienación y en la cosificación en cosas y objetos). No tengo que explicaros, y esto está totalmente claro para vosotros, que el aislamiento selectivo de gente enferma solamente continúa y refuerza su atomización. De la misma manera está claro también para vosotros que esta atomización empieza ya al nivel de las relaciones de producción. Del mismo modo habéis aclarado ya en lo práctico que pacientes que hacen la pregunta de construir una otra sociedad en su conjunto, tienen que crear en primer lugar una comunidad que se agita mutuamente, en pocas palabras: tienen que crear primero un colectivo socialista de pacientes. Esta pregunta surge en primer lugar de la oscuridad de su revuelta en la enfermedad misma (ya siendo protesta sin rumbo fijo).
Vosotros os negáis con razón a ver en el médico y el paciente, ambos enfermos como cada cual, dos personas distinguibles: porque en realidad y consecuentemente fue ya así desde hace siempre, que por la distinción entre médico y paciente el médico se ha convertido en el único significante [excursus: significante: dador de sentido, intérprete, significador, indicante, a-divina-dor (Bedeuter, Be-deuter) y al fin y al cabo el superius maximus, es decir: the most important person [der Bedeutendste] por antonomasia; Sartre conoce por supuesto la historia de una tradición entre tanto milenaria del par de definiciones significante y significado que consta por primera vez en la filosofía de los estoicos, a continuación en Aristóteles, más tarde en el suizo de Saussure y el checo Jakobson y no en último lugar en Lacan, y Sartre sabe de sobra según el susodicho texto, que en ninguna otra parte se deja ejemplificar mejor la dicotomía devastadora y la división en clases antagónicas entre médico y paciente que en la maquinaria significante-significado la cual amuela y aplasta al paciente hasta convertirlo en una cosa absolutamente irrelevante y alza sea al médico, sea al psiquiatra a la clase de dioses; porque: es el médico al mismo tiempo filósofo -así hace ya saber la escuela estoica- entonces llega a igualarse a Dios. En otras palabras: por encima de este significante se supone a lo sumo el cielo, más alto ya no es posible, tampoco hoy ni en el porvenir, y la caída de la clase médica ya figura desde hace mucho en el programa. Hay que añadir que el paciente sin derechos y aislado como enfermo es en su enfermedad singular el único significado por antonomasia, el objeto expuesto sin amparo a toda determinación ajena [significado = cosa indiferente, cargable arbitrariamente, funcionalizable a través de y con interpretaciones y significaciones que tienen efectos como una llave doble de policía (polizeidoppelgriffige Bedeutungen) y para los fines e intenciones de la persona significadora, a saber el médico o psiquiatra]].
Todo por el contrario de esto: el médico y el paciente son una unidad dialéctica, una unidad dialéctica que es la base de todos, a modo de una raíz. Si los pacientes han entrado una vez en contacto grupal, entonces en el núcleo de esta relación dialéctica y según el tiempo y las circunstancias, el momento progresivo que impulsa hacia adelante será uno u otro paciente repectivamente, y esto a medida que los pacientes insistan en el momento reaccionario de su enfermedad o que consigan una idea plenamente consciente (Hegel, Spinoza) de su revuelta y de sus intereses y sentimientos verdaderos que están oprimidos, destruidos y torcidos por la sociedad capitalista existente. Es una necesidad para los pacientes el colectivizarse y el crear colectivos. Esta necesidad es la consecuencia de su comprensión de que más allá de sus enfermedades singulares distintas la enfermedad como tal es la contradicción fundamental en cada uno de ellos (como para añadir: enfermedad como tal es la contradicción fundamental entre enfermedad y capital, la contradicción principal es: clase de pacientes contra clase médica). La otra comprensión consiste en que cada uno es al mismo tiempo significador y significado, pero en el colectivo de pacientes verdadero es determinante, decisivo y significativo a medida de la enfermedad únicamente la revolución nueva en virtud de la enfermedad. Tienen que crear colectivos ya sólo para llegar a estar en condiciones de tomarse en consideración [in Betracht zu nehmen] encontrándose y de reconocerse mútuamente unos a otros. En esta propia luz suya se ponen los unos a los otros a la luz correcta pudiendo poner al descubierto, distinguir y mantener separados los momentos reaccionarios y progresivos respectivos. Un ejemplo del momento reaccionario es la ideología burguesa. Los momentos y elementos progresivos consisten todo por el contrario en el reivindicar y anhelar una otra sociedad en la cual el objetivo más importante y más alto es la especie humana todavía pendiente de crear pero ya no las ganancias y beneficios. No cabe duda alguna de que colectivos de esta índole nunca jamás puedan tener interés por su "curación" [Heilung], ni mucho menos que la tengan alguna vez como su objetivo. Esto es así porque el capitalismo produce las enfermedades singulares en todos y en cada uno. Y porque la "curación" en lo psiquiátrico por los médicos de la cabeza y del diafragma [Seelenaerzte*], los médicos especializados y médicos generalistas no significa por lo general otra cosa que el intento de reintegrar a la gente enferma en la sociedad enferma existente. Es decir, que colectivos de esta índole tienen todo por el contrario que luchar con todas sus fuerzas corporales para que la enfermedad consiga su pleno desarrollo y despliegue. Se trata por consiguiente de potenciar a la enfermedad cada vez más y de llevarla a su extremo, es decir al punto en el que la enfermedad llegue a ser una fuerza revolucionaria. El medio y la herramienta para ello es el colectivo con su concienciación colectiva.
* Según los griegos antiguos el diafragma siendo el lugar donde vive el ánima inspirando y expirando.
A mí me ha alcanzado el encuentro con el SPK como el rayo proverbial al alma natural (Hegel). La impresión arrolladora que me ha hecho el SPK consiste en el hecho de que los pacientes libres de individuos médicos, es decir sin un polo significador, han descubierto y sacado a la alborada y a la llena luz caliente y calenturienta, -en medio de lo Otro existente en lo cual no existen cosas por el estilo-, relaciones de un modo similar a la especie humana al apoyarse recíprocamente en captar con una claridad plenamente consciente su situación y sus circunstancias. Se miran el uno al otro con una atención indivisa y altamente atenta en un encuentro en el que uno está enfrente del otro. Y eso significa que actúan como seres subjetivos libres, como una unidad dialéctica de significante y significado. Mientras que en toda la psiquiatría moderna es así -caso modélico psicoanálisis- que, quien esté enfermo, nunca llega a mirar a nadie a la cara; porque los médicos -otra nulidad prehumanoide- están sentados detrás de ellos y rondan a espaldas de ellos. En todo esto ya están lo bastante saturados y ya tienen bastante trabajo con tomar nota de todas las expresiones, palabras y los sentimientos de los pacientes, de protocolarlos y sea tal vez solamente como protocolo mnemotécnico y al mismo tiempo también de categorizarlos inmediatamente y sin inconvenientes y esto exactamente de tal modo que al médico le parece el único acertado a propósito.
Esta determinación fundamental del intuir relativa al espacio [raumbezogene Grundanschauungsform, Kant] en la relación médico-paciente pone al paciente en la situación de no ser nada más que un objeto, mejor dicho: un trozo de masa de carne coagulada a modo de un objeto/no objeto [gegenstaendlich / ungegenstaendlich], mientras que el médico en esta relación médico-paciente se halla (de antemano) hecho y fetichizado como significador absoluto e igual a Dios. En esto consiste por lo tanto su hermenéutica: en hacer deslizar y resbalar en un abrir y cerrar los ojos a significantes que tienen como objeto solamente a otros y otra vez a otros, y todavía a otros significantes (cadena de significantes) -significantes deleznables y sin fondo per se-, y al final de este tobogán tenemos la ayuda para morir, la eutanasia, para la mejor comprensión: eutaNAZI. Y así descifra el médico su hermenéutica*, su bonito mensaje (¡en comparación con esto, la arrogancia más cínica no es nada!), su mensaje bonito, bueno y de verdad de todo lo que le ha dado en la mano su "philosophy", sí, también toda la filosofía excelsa de otros y en general, como una supuesta herramienta intelectual después de todo el categorizar, apuntar y memorizar. Además su hermenéutica es un secreto, cuyo secreto significante-significado supuestamente sólo él es capaz de descifrar.
* Para la mejor comprensión y para la traslación muy libre.
Me alegro de estar enterado y haber comprendido el progreso verdadero que es el SPK. Solamente me queda por estimar mucho los resultados fundamentales de vuestro trabajo y confirmarlos plenamente. Si aforo todo esto correctamente entonces tengo claro sin duda alguna que este trabajo os puede exponer solamente a los peores métodos de opresión de los cuales dispone la sociedad capitalista. Estoy pensando no solamente en los potenciales de violencia que utilizan aquellos a los que les gusta hacerse celebrar a sí mismos como portadores y garantes de las bendiciones de la cultura. Estoy pensando también en todos sus apéndices para los que vuestro trabajo puede representar solamente la invitación a soltar sobre vosotros a todos sus perros de cadena del Estado y de la policía. Estaréis impulsados a luchar por todos los medios porque los que mandan [das Sagen haben] en la sociedad existente, pero sobre todo los que hacen tratamientos y negocios, quieren impediros continuar vuestro trabajo práctico. Para ello les basta acusaros ya por el momento mezquina y vilmente al menos ya de conspiración.
No obstante en el futuro nadie podrá juzgaros por las detenciones imbéciles, sino exclusivamente por lo que todavía conseguiréis y ya habéis conseguido.
Jean-Paul Sartre

2008/05/07

Entrevista a Margrit Schiller (RAF)


Hace treinta años fue presentada al mundo como una peligrosa guerrillera, aunque nunca había participado de un acto de violencia. Después de siete años de prisión y tortura psicológica, se fue a Cuba. Ocho años después, “por no poder contar lo que me pasó, nadie me entendía”, recaló en Uruguay, donde acaba de publicar un libro ( "Una dura batalla por los recuerdos") con sus experiencias y de donde acaba de volver, al fin, a su país. La historia de un grupo combatiente que en realidad no quería tomar el poder.

–Creo que lo primero que cualquiera se puede preguntar es cómo una alemana vinculada con el grupo Baader-Meinhof vino a dar a Montevideo.
–En un momento salí de Alemania hacia Cuba, donde viví ocho años. Allí nacieron mis mellizos que hoy tienen 14 años. Un tiempo después de llegar empecé a escribir el libro que se acaba de publicar, Una batalla por los recuerdos, donde relato mi experiencia en la lucha armada y la cárcel.
–En Cuba la animaron mucho para que escribiera esa experiencia.
–Sí, insistían pero, luego de que empecé a hablar y a escribir, me di cuenta de que en Cuba nadie entendía bien cómo había sido esa experiencia que yo quería contar.
–¿ Cómo que nadie entendía, si ellos mismos habían tenido una experiencia en parte, similar?
–No, no. Ellos piensan que en Europa está todo bien. Son ricos y no tan malos como los norteamericanos, ¿por qué la guerrilla?
–Claro, ustedes ya tenían las cosas por las que ellos habían peleado. Independencia, trabajo, vivienda, salud, educación.
–Claro, pero además les costaba entender cómo se podía luchar en medio de las ciudades.
–Usted hablaba y ellos...
–Nada. No recibía respuesta. Ellos no podían imaginar una lucha así ni tampoco las condiciones de la tortura tal como yo la había vivido. Te doy un ejemplo. Yo tenía en Cuba una muchacha muy amiga a la que empecé a contar sobre mi vida en la cárcel. Yo necesitaba hablar de eso. Pero al poco tiempo ella empezó a llorar y me dijo “No puedo imaginar lo que tú me cuentas”. Ella nunca había salido de Cuba. Esa experiencia se repite a veces acá. A la gente que nunca salió de Uruguay le cuesta entender mi manera de ver el mundo.
–No sé, pero no por las torturas. Aquí hubo torturas, murió gente en la tortura. La tortura psicológica a la que usted llama “tortura blanca” es terrible. Pero una picana en la vagina o en las encías no es menos terrible.
–Sí, claro. Ahora, lo que yo necesitaba, cuando hablaba era sacar eso de adentro. Y no recibía respuesta. Apenas asombro.
–Sintetizando, no le entendían.
–Por eso yo digo que viví ocho años muda en Cuba. Aprendí muchísimas cosas en Cuba pero nunca encontré un intercambio de verdad.
–Después de ocho años decide irse. ¿Por qué a Uruguay? ¿Qué sabía de Uruguay?
–Primeramente yo quería volver a Alemania. Pero tuve una serie de problemas con los papeles. Terminé por cancelar el viaje a Alemania, por el momento. Poco después me enteré de que la Inteligencia alemana había ido a casa de amigos míos a preguntar por qué yo no había embarcado y les habían hecho propuestas. “¿Usted no querría ir a Cuba? Nosotros le pagamos el pasaje para que usted vaya y le haga unas preguntas a la señora Schiller?”, le dijeron a una amiga. Esto fue en el ‘92. Al mismo tiempo me entero de que en la ciudad de Rostock la gente reunida en torno de una vivienda de extranjeros la había incendiado con todos sus habitantes adentro. Y que cuando las ambulancias pretendían abrirse paso las detuvieron al grito de “que se quemen”, “que se quemen”.
–Algunas veces mataron así a familias turcas.
–Sí, muchas veces. Ahí decidí no volver a Alemania.
–Empezó a pensar a dónde ir.
–Sí, primero surgió México. Más cerca de Cuba. Pero no era fácil México. Otra cultura. Es una cultura indígena.
–¿ Y Cuba no?
–Nooo. Es verdad que Cuba es otro planeta si la comparás con Alemania. Pero México es todavía más diferente. Sus costumbres. Son tan distintos a nosotros, que me costaba, incluso, distinguir las caras. Sí, no se asombre, a los cubanos les pasó lo mismo con los alemanes. Yo hacía cincoaños que vivía en el mismo apartamento y un día una vecina me dice: “¿Cuándo va a venir tu hermana otra vez?” Yo le digo: “¿Mi hermana?” “Sí, la muchacha que siempre viene.” Para ella todas mis amigas alemanas que me visitaban eran una sola, y tan parecidas a mí, que eran mi hermana. No podía distinguir entre las distintas caras. Porque además están los gestos y la manera de decir las cosas. Tanto en Cuba como aquí, yo digo: “¿Querés un café?” Me contestan: “Bueno”. No “sí” o “no”, “bueno”. Y ahí no sirve el diccionario. Es inútil. Finalmente una pareja alemana que vive acá se comunicó con nosotros a través de amigos de Alemania. Nos dijeron “Ven, te puede gustar”. Yo agarré el mapa y miré. “Aquí está Brasil, aquí la Argentina, y chiquito, en el medio, Uruguay.”
–Volviendo a los comienzos de su historia, ¿dónde tomó el avión cuando se fue a Cuba?
–En la República Democrática de Alemania. Había un camino, de tránsito oficial, solamente para gente que debía tomar aviones que no bajaban en Alemania Federal.
–A mí me sorprende la cantidad de años de cárcel que se comió en Alemania, porque usted no estaba vinculada con ningún acto de violencia directa. No había muertes en su currícula. Sin embargo la policía, la Justicia y la prensa la convirtieron en algo así como la estrella del grupo, y le dieron siete duros años de cárcel. ¿Por qué?
–No es fácil de explicar. Cuando me detuvieron era un momento especial porque por primera vez el grupo había matado a un policía. Y, unos días antes de detenerme hubo un tiroteo donde yo participé. Cuando me prenden me presentan en vivo en la televisión a fin de encontrar más rápidamente mi domicilio. Ahí yo reacciono de una manera que ellos no esperaban.
–¿Qué hizo?
–Me dejé caer delante de las cámaras. Entonces los cuatro policías que me custodiaban me tomaron de piernas y brazos y me levantaron la cabeza para mostrar mi cara. Esto produjo un gran rechazo ¿cómo se podía mostrar algo así mientras la gente estaba cenando? Era escandaloso. Pero, además, añadía pimienta el hecho de que mi padre fuera militar y mi madre militante de la democracia cristiana. Resultaba doloroso –eso decían– el hecho de que yo, perteneciendo a una familia como se debe, pudiera salirme y decir “todo es una mierda”. Creo que ellos pensaron que yo me quebraría y terminaría arrepintiéndome y denunciando a compañeros. Mi nombre en primera plana y a varias columnas tenía por fin valorizarme como militante.
–En su libro habla de cosas tales como la “aristocracia obrera” o “el desenfrenado consumo”. La lucha de ustedes es también para cambiar situaciones como éstas.
–Claro, los objetivos dependen del momento histórico en que surge un movimiento. Las metas de la Revolución Cubana fueron distintas a las de Nicaragua. En Cuba, la cárcel, ya sea para presos comunes como políticos, tiene por fin castigar. Ellos arrastran esto desde el ‘59. En Nicaragua, la revolución, mucho más tardía, elaboró una relación distinta con la cárcel. Ellos desarrollaron el concepto de educar. Nuestros contenidos, como guerrilla, tienen que ver con la situación cultural de Alemania en esos años. Y también con el problema del hambre en el Tercer Mundo, relacionado con la explotación que sobre éste ejerce el Primer Mundo.
–Otra cosa, a la que alude en su libro, es la corrupción sindical. No sabía que eso pasara en un país con tanta historia sindical. Me sorprendió.
–Claro que no es la corrupción al estilo argentino. Pero es. Cuando terminó la guerra, los americanos se encargaron de estructurar los sindicatos en Alemania. Veo que te sorprende pero no es tan raro. Los alemanes luego hicieron lo mismo en otros países. Tanto los norteamericanos como los alemanes tienen fundaciones, escuelas, donde la gente se forma para el trabajo sindical. Son escuelas donde no entra cualquiera. Está muy bien establecido quién puede hacer la carrera de sindicalista y quién no. Por presión de Estados Unidos se prohibió en Alemania el partido comunista, por ejemplo. Lo importante en este tema es que hoy los sindicatos alemanes tienen bancos, empresas, muchísima plata y son corporativistas.
–¿Corporativistas? ¿En qué se nota?
–En que defienden sus intereses locales en Alemania y no les importa las consecuencias que pueden tener sus acciones en el Tercer Mundo.
–¿Será que conocen bien los problemas del Tercer Mundo?
–Te doy un ejemplo. Tengo un amigo que trabajó en una fábrica que después de años de hacer cosas de uso corriente, cuando se produjo la guerra del Golfo en el ‘91 empezó a fabricar armas. Los obreros sabían perfectamente para dónde iban esas armas. Mi amigo intentó hablar sobre esto, con otros obreros, en el sindicato. No tuvo respuesta. Muchos obreros en ese momento se enfermaron. Era obvio que esto tenía que ver con el hecho de fabricar armas para la guerra, pero primero estaba el trabajo y su dinero. No fue posible ni siquiera hablar sobre el tema. ¿De dónde llegan muchas frutas y cantidad de objetos de madera? De Asia o de Latinoamérica. Y en Alemania se sabe cuáles son las condiciones de trabajo de Asia. Se sabe que los niños trabajan desde muy pequeños. Se sabe que las condiciones son de esclavitud. Se sabe que las flores que vienen de Ecuador las cortan niños que trabajan diez horas por día y reciben, no sé, un dólar por semana. Se saben muchas cosas. Se saben porque grupos ecológicos suelen hacer campañas. Pero el obrero alemán cierra los ojos y amontona todo el dinero que puede.
–En su libro explica cómo en un momento empezó a ver que pertenecía a un país que había cometido un crimen terrible. ¿Leyó, le contaron, cómo fue? Porque sus padres no hablaban.
–No se hablaba en casa, ni en la escuela, ni en los libros. Pero, teniendo yo 13 años, mi padre, borracho, contó riendo cómo habían torturado hasta la muerte a un soldado soviético en Stalingrado. Yo quedé destruida y más tarde pregunté en el liceo sobre las cosas que habían pasado en esos tiempos en Alemania. La profesora respondió hablando de lo terrible que era el comunismo. No se podía hablar del fascismo, siempre contraatacaban hablando del demonio ruso.
–¿Qué le parece? ¿Los alemanes sabían o no sabían sobre los judíos?
–Estoy absolutamente convencida de que sí. Los judíos estaban completamente mezclados con los alemanes y desaparecieron. ¿Cuántos? Seis millones. ¿Dónde estaban? No podían ignorarlo. Sabían.
–Ustedes se relacionaron con grupos guerrilleros palestinos y con otros. ¿Nunca con los tupamaros o grupos de guerrilla argentinos?
–Es probable que sí, pero no lo sé. Yo, dentro del grupo no tenía acceso a determinadas cosas. Por otra parte la RAF tuvo una vida muy corta. Empezó en el ‘71 y en el ‘72 ya estaban todos presos.
–Es más o menos en ese momento que se empezó a discutir sobre la calidad de preso político. ¿Es un preso especial? ¿El trato debe ser igual o diferente al del preso común? En su libro se ve cómo hacen del aislamiento en la cárcel un instrumento de tortura. El preso a menudo era encerrado, solo, en edificios donde no había ningún otro preso. Ni político, ni común. En el libro usted escribe: “Durante mi primer paso por la cárcel había permanecido incomunicada, es decir aislada de las restantes presas. Pero las veía cuando paseaban por el patio y ellas me veían a mí cuando era mi turno. Las escuchaba las 24 horas del día porque convivíamos en el mismo edificio, aun cuando las reclusas de las celdas vecinas y contiguas del piso superior e inferior habían sido desalojadas. Las escuchaba reír, gritar, discutir y llorar. Y muchas de ellas, pese a la prohibición de tomar contacto conmigo, intentaban hablarme de ventana a ventana o de pasarme algún papel por debajo de la puerta de la celda, cuando nadie las veía. Estaba sola y excluida, pero me encontraba en un edificio lleno de vida. Estar en Toter Trakt introducía una dimensión de aislamiento totalmente diferente. Estaba sola, a mi alrededor reinaba un gran vacío. No veía ni escuchaba nada. Reinaba el más absoluto silencio. Ni un sonido, ni una respuesta, ni una risa, ni un llanto. Sólo yo. En este vacío todo pierde su contorno. Desaparece la sensación del cuerpo, hasta la percepción de la propia existencia. Y los muros, el armazón de hierro de la cama, los pocos objetos y los propios movimientos adoptan la forma de una espesa papilla”.
–Bueno, eso cambió algo en el ‘75 luego de las huelgas de hambre. Ahí conseguimos que algunos presos políticos estuvieran juntos. La mayoría siguió sometida al sistema de aislamiento.
–Hay una cosa que nunca plantea en su libro y sería interesante saber. ¿Cómo pensaba la RAF conseguir apoyo popular? Para los grupos revolucionarios del Río de la Plata eso era fundamental.
–No para nosotros. Nosotros nos planteamos ese problema de una manera muy distinta. Nos planteamos, sí conseguir apoyo, pero nunca pensamos en hacer una revolución en Alemania.
–¿Cuál era el objetivo, entonces?
–Nosotros queríamos que la gente nos entendiera y nos apoyara. En una discusión que se armó entre los miembros fundadores se dijo, claramente, que no se trataba de que un nuevo partido revolucionario cuestionara el poder para luego asumirlo. Algo así no podía más que desembocar en la parálisis, tal como había ocurrido en la Unión Soviética y, por supuesto, en la RDA.
–¿Ustedes expresaban claramente su rechazo a estos regímenes?
–La RAF siempre expresó su relación solidaria con estos países aunque nunca compartió sus planteos políticos concretos. No se trataba de cuestionar el poder para luego asumirlo. La RAF sostenía que era imposible diseñar en el presente modelos más concretos de una sociedad futura nueva, más justa, porque el camino hacia allí era muy largo y sólo las experiencias de esa lucha generarían nuevas posibilidades e ideas.
–¿Cuál era entonces, concretamente, el objetivo?
–Provocar el colapso del imperialismo a través de una cooperación de los movimientos de liberación del Tercer Mundo con movimientos en las ciudades de Estados Unidos y Europa, bajo la protección de los estados socialistas. Se buscaba, concretamente, la paralización del Primer Mundo hasta desarticular su funcionamiento. La liberación del ser humano sólo sería posible después del colapso del imperialismo.
–Hay otra cosa que me sorprendió en su libro. En un momento, se refieren a la importancia de liberar a Baader y Meinhof, quienes estaban presos. Dejarlos presos significaba que el grupo quedaba sin líderes. Creo que esto es de las peores cosas que le puede ocurrir a un movimiento revolucionario, que el liderazgo esté sólo en manos de una o dos personas.
–Estoy de acuerdo en que ahí hay un error, que las cosas no pueden funcionar así.
–Habla, más de una vez, de actos violentos que, realizados por el Estado alemán se les adjudicaron a ustedes.
–Tanto fue así que terminé poniendo en duda todo lo que decían. Philips Agee, en su libro sobre la CIA, habla de la cantidad de actos que cometía la CIA y se adjudicaban a los grupos de izquierda. Por ejemplo, en Alemania se mataba a un tipo de algún grupo revolucionario y luego se decía que lo habían matado sus compañeros para tomar su lugar. Como esto hay muchísimos casos. Ponían una bomba en tal lugar y decían que habíamos sido nosotros. Yo aprendí, en este tiempo, a poner en duda todo. A partir del ‘45 la CIA mata, pero claro, no lo dice. Hoy, esto está legalizado por Bush. “Se puede matar a quien pertenezca a grupos terroristas.” Antes no se decía tan claramente pero se hacía. Luego ex agentes de la CIA publicaron sus experiencias. En los años ‘70 aparecieron muchísimos libros con este tema. Hubo muchos agentes actuando en América latina, muchos infiltrados en la prensa.
–Al comenzar esta entrevista se refirió a la incapacidad para comprenderla de su amiga cubana. Dijo: “Ella no me entendía, no podía entenderme. Nunca había salido de Cuba”.
–Yo creo que para entender el propio país hay que salir, conocer otros países. Si no, uno no sabe dónde está. Tuve real conciencia del autoritarismo alemán cuando pude hacer comparaciones.
–Pienso que en este aspecto la diferencia con Cuba debe ser grande.
–Te pongo un ejemplo. Imaginemos un borracho en una calle de La Habana. Abraza a todo el mundo. Le dice a todo el mundo que lo quiere. Pensemos en un borracho en Berlín o en Hamburgo ¡Cuidado! Alejate de él porque tiene adentro una enorme violencia reprimida.
–¿Y si fuera en Uruguay?
–Los uruguayos son más parecidos a los cubanos. Cariñosos, solidarios. Me gusta cuando entra al ómnibus un muchacho a cantar y la gente aplaude. Ah, qué bien me siento. Hace unos días subió un tipo casi andrajoso con una guitarra, pero qué voz maravillosa. Saqué diez pesos, los arrollé y se los di. Quedó mudo por un instante y luego dijo en voz muy baja, sin mirarme, “Encantado”.
–¿Y usted?
–Yo dije “Yo también encantada”.

2008/05/06

Osvaldo Bayer sobre Margrit Schiller



Extracto de una intervención de Osvaldo Bayer en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, en 1999.


No se puede hablar de la RAF sin explicar antes todo el escenario. Yo estudié en la Universidad de Hamburgo desde 1952 a 1956, y me afilié en esos años al SDS, Sozialistische Studenten Bund, (es decir, Liga de Estudiantes Socialistas) que ya se le iba por izquierda a la Socialdemocracia. Recuerdo hasta cuando vino Willy Brandt desde Berlín para darnos una clase de política. Bien, ¿cómo eran esos jóvenes apenas una década después del nazismo y de la guerra más destructiva de todos los tiempos? Era una juventud que quería hacer cosas. Si bien en las escuelas y en los colegios secundarios se estudiaba la historia sólo hasta 1913, en el ambiente juvenil de Alemania empezaban a preguntarse por su pasado. Recuerdo que los jóvenes de la SDS no se conformaban en aquel tiempo con la "culpa colectiva del pueblo alemán". No le rehuían a la responsabilidad, pero no aceptaban aquello de que "todos fuimos culpables, pidamos perdón a los judíos y combatamos a los comunistas". Era la Guerra Fría. Esa SDS y sus jóvenes querían saber qué papel habían jugado los poderes en 1933: el capital industrial alemán, las iglesias, los partidos políticos de derecha, desde el católico Zentrumspartei hasta los liberales. Se preguntaba por qué se juzgaba así a los verdugos de los campos de concentración pero a los ex nazis de escritorio se les permitía sin problemas una nueva carrera política, como el primer ministro Kiesinger, el presidente Lübke, el primer presidente de Baden-Würtenberg, Han Filbinger con su pasado feroz de juez militar nazi, el después presidente Carstens, que había sido secretario de Goebels. Se hablaba de libertad, de democracia y de occidente pero mientras tanto, países europeos seguían teniendo colonias o interviniendo en la represión de los pueblos como los franceses en Vietnam y Argelia. Me acuerdo la larga discusión de esos años, discusión que recién comenzaba y que iba a hacer explosión a fines de los sesenta y en los setenta, con drásticas tomas de posición. Me acuerdo bien de las búsquedas de opciones para salir del injusto sistema y soñar con un socialismo libre de stalinismos. En esos años estaba en boga, en la SDS, estudiar y aconsejar como modelo a seguir el sistema de Tito en Yugoslavia, que se había separado del bloque del "socialismo real" y que intentaba nuevas formas cooperativas de producción. Eran búsquedas. Había una especie de doble juego en la vida pública de la Alemania occidental: se enseñaba al individuo a ser protagonista, a no seguir el ejemplo de las pasadas generaciones que se dejaron llevar por un demagogo, todos tenían que aprender a defenderse contra toda intromisión indebida del Estado en sus vidas. No volver a ser engañados. Por eso, se les decía, ejercer el protagonismo (esto fue importante después, como consecuencia, porque una parte de la juventud alemana se lo tomó en serio). Pero al mismo tiempo se les enseñaba a creer en Estados Unidos, el aliado en la lucha contra el mal, que venía desde el Este. Es decir, ser protagonista sí, pero dentro del sistema. La generación de Margrite Schiller fue, apenas llegada a la juventud, llevada a los empujones por una cadena de hechos que no les permitía detenerse: la rebelión estudiantil del 68 con aquello de "la fantasía al poder", hermoso slogan. El asesinato del estudiante Benno Ohnesorg en las calles de Berlín. Sartre en las primeras filas de las manifestaciones de los estudiantes alemanes declarando que los comunistas no podían hacer la revolución porque "los comunistas tienen miedo a la revolución". El atentando a Rudi Dutschke, tal vez el más notable de los dirigentes estudiantiles de todo el movimiento de los estudiantes del 68. Un atentando cobarde que después lo llevaría la muerte. Y, entonces, recuerdo una poesía de Biermann, un gran poeta alemán. Hago una traducción muy ligera en español. Dice: "tres balazos cayeron sobre Rudi Dutschke, un atentando sangriento. Lo pudimos ver personalmente, y vimos a quien había hecho los disparos. ¡Ay, Alemania, tus asesinos!". La lucha de los vietnamitas contra el poder del imperio era otra de las cosas a las cuales se veían confrontados los estudiantes y los hombres libres de todo el mundo. La lucha de los vietnamitas contra el poder del imperio. Y aquella otra poesía del poeta alemán Erich Fried que decía: "Vietnam es Alemania, su destino es nuestro destino. Las bombas por su libertad son las bombas por nuestra libertad", se refería a las bombas de los atentados no a la de los aviones norteamericanos. Y Erich Fried fue uno de los poetas alemanes más leídos en la época del 68. Además, se enfrentaba la batalla abierta contra los medios de comunicación del capitalismo, entre ellos la cadena Springer, pero también la primavera de Praga, hecho que certificaba la efervescencia de todo el mundo contra el autoritarismo y la injusticia, mientras que Mao era cada vez más el símbolo a seguir por el tercer mundo; y allá Latinoamérica, con su héroe épico, el Che -recién muerto-y todo ese continente movido por la protesta y la pólvora, y las mujeres que pasaban cada vez más a la vanguardia enarbolando el feminismo. Todo eso fue la época y los temas de toda esa juventud alemana que después tomaría esa drástica posición. Y en medio del entusiasmo, llegó el momento de definirse: o desmontar para esperar a que aclarase, o seguir adelante enfrentando a la violencia de arriba con toda la indignada violencia del sometido. El Che Guevara hubiera seguido ese segundo camino. Y aquí llegamos a donde también nosotros, frente a este libro de Margrite Schiller, de una protagonista, debemos definirnos. O callarnos la boca, avergonzados. Ahora, sí, para ello, debemos analizar la personalidad individual de cada uno. ¿Por qué unos se definieron por la lucha abierta y los otros prefirieron buscar refugio hasta ver hasta dónde llegaba el peligro de la tormenta? A los decididos se los analizará después -como explicación de su violencia- de acuerdo a Freud, Lacan u otros principios de psicoanálisis. Y así se tratará de explicar todo. Los otros, los que desensillaron y siguen esperando aún, se fueron adocenando poco a poco: algunos hasta terminaron con altos cargos en los partidos tradicionales, otros se dedicaron sólo a la ecología; los más, a continuar una vida en el común. Yo hoy publico un artículo en Página 12 donde hablo del camino de los socialdemócratas que han llegado a un gran título que es "el nuevo centro", ya no pertenecen más a la izquierda sino que son el nuevo centro. Y Schroeder, el primer ministro fue uno de los grandes agitadores estudiantes del año 68. Quienes midan todas esas vidas de acuerdo al cumplimiento fiel de los principios éticos guardarán simpatía -aún en el fondo del corazón- por quienes se jugaron todo por cumplir el sueño de la revolución. ¿Por qué? Porque... vayamos a las experiencias. Por ejemplo yo, un hombre del tercer mundo que vivió ocho años de exilio en Alemania tuvo que soportar todos los días cosas como estas: que el gobierno democrático de la República Federal de Alemania vendiera armas sofisticadas a la feroz dictadura de Videla, la dictadura de la desaparición de personas. Les voy a leer algunas cosas textuales. Resoluciones de gobiernos del primer mundo con respecto a las dictaduras. El diario Franckfurter Rundschau, en primera página, el 1º de diciembre de 1977 informaba: "Fabricantes alemanes pueden exportar armas ventajosamente. Ofrecen ametralladoras de fuego rápido y cohetes. No se da abasto con la producción. Para poder cumplir con los deseos de expertos militares extranjeros la oficina de construcción de la Asociación Federal de Implementos Aeronáuticos e Industria de Cohetes e. V. (BLR) de Hamburgo, ha desarrollado una serie de nuevas armas y equipos de defensa especialmente para la exportación"... Más adelante señala que: "la Asociación Federal ha preguntado a las empresas asociadas -y que emplean a 17.000 técnicos- si tienen interés en tomar a su cargo esta ventajosa exportación de armas. Un representante de BLR declaró que las nuevas armas desarrolladas corresponden, entre otras, a una ametralladora que dispara diez veces más rápido que los modelos empleados hasta ahora (fíjense la perversión, por supuesto armas para las dictaduras del Tercer Mundo) y que al mismo tiempo es más sólida y económica. También la munición para esta ametralladora rápida es más barata. Además se ha construido un cohete que es apropiado especialmente para la lucha contra la guerrilla en el Tercer Mundo. (¡Con qué satisfacción lo dicen los diarios!). También se ofrecen a los gobiernos extranjeros instalaciones fronterizas de seguridad que funcionan totalmente en forma automática y que son casi siempre insuperables para el enemigo, por ejemplo, por los guerrilleros". Como digo, durante el gobierno socialdemócrata del señor Schmidt. Luego se añade: "Todas estas armas y equipos y los futuros: tienen en común su fácil manejo y pueden ser utilizados también por personal no especializado. De ahí que sean apropiados en especial para países del Tercer Mundo". (Somos todos brutos nosotros). La información agrega que "La Asociación señala que está permitida oficialmente como 'lobby' de armas en Bonn y que 'goza de consideración' de una serie de diputados federales".Otra. Realmente son documentos para la historia y todos estos documentos los leía esta juventud que está consustanciada con las guerras del Tercer Mundo. "El gobierno federal alemán ha aprobado una garantía estatal para la construcción de un submarino para la Argentina, en su reunión de gabinete de miércoles. (Año 1977, plena dictadura de Videla). Lo hizo por razones políticas de empleo. (¿Y la moral?). El secretario de prensa Grünewald declaró a los periodistas que esa garantía estatal para un crédito de exportación se aprobó a pesar de todo, porque el gabinete quiso asegurar la ocupación obrera en el distrito de Emden que tiene una cuota promedio de desocupados por encima de lo normal". Comparemos esto. Es decir, se venden armas a las dictaduras para conseguir empleo para los obreros. Y los sindicatos lo aceptaron, se callaron la boca. Hay otras cosas... Además, todos son diarios liberales. Esto es de 1979. "El servicio informativo de la Iglesia Evangélica alemana acaba de revelar que la República Federal de Alemania ha vendido durante 1978, en el mundo, armas por la suma de 2.150 millones de marcos. ¡2.150 millones! Y luego Adveniat, Misereor y otras instituciones de beneficencia de las dos iglesias alemanas creen que con 40 millones de marcos pueden ayudar a los pueblos latinoamericanos. Para esos pueblos sería mucho más útil si las iglesias tanto la evangélica como la católica en vez de enviar dinero gastaran ese dinero en una campaña contra el negocio armamentista e hicieran un llamado a los obreros a resistir y a no mancharse las manos con el triste y asesino negocio de la fabricación de armas". Perdonen que me engolosine pero no tiene pérdida esto. Hasta que vienen tres diputados, porque había que cumplir con las Organizaciones de Derechos Humanos y vienen a ver qué pasa con los derechos humanos en la Argentina de la dictadura. Y estamos en el año 1978. Vienen, son dos diputados socialdemócratas y uno conservador, de los ultra cristianos. Explican después en su informe ante el congreso alemán: "la situación política en la Argentina y en el Uruguay sólo puede explicarse por el trasfondo de una apremiante circunstancia interna antes de la toma del poder por los militares. En especial el terrorismo ha estremecido fuertemente a estos países. En la necesaria contra la violencia criminal terrorista se obtuvieron éxitos (menos mal), pero se pagó cara la recuperación de la seguridad interna". (Es decir, a los muchachos se les fue la mano).Y después esto que ya es para el folclore absoluto y total. Para decirles qué solos se pueden haber sentido toda esa juventud alemana que admiraba a las luchas del Tercer Mundo ante la realidad de sus políticos. Dicen los tres diputados en su informe: "En lo económico a la Argentina le va bien, a pesar de la inflación. El problema se debe más a la mentalidad de sus habitantes que hace recordar a la de los anarquistas vascos y a los mafiosos sicilianos". (Fíjense qué junta tenemos nosotros, somos una mezcla de anarquistas vascos y mafiosos sicilianos). Dicen: "Allá no se nota un mayor descontento (en la Argentina que ellos visitaron, la de Videla) se trata más bien de un régimen autoritario pero no totalitario. Existen torturas sí, y procedimientos jurídicos muy lentos, así como extralimitaciones del Estado en la esfera privada de los argentinos pero esto no afecta en general al hombre de la calle". Uno de ellos llegó a un cargo de subsecretario del Interior en Alemania así que no son cualquiera. Fíjense el pensamiento que tienen del Tercer Mundo. Todo esto creo yo sirve para explicar el por qué de la RAF, o no, no sé. Por ejemplo, otras de las cosas fundamentales es que el banco de los sindicatos alemanes, de la Deutsche Gewerkschaft, de la gran central socialdemócrata de los obreros alemanes. Aquellos obreros con la tradición revolucionaria del 18 que voltearon al kaiser y que hicieron aquel hermoso gobierno de tan pocos días de la Comuna de Baviera. Ellos mismos ahora tienen un banco que dio un préstamo al dictador Videla. Y ante la presión de los argentinos exiliados en Alemania de que cómo el banco de los obreros alemanes podía prestar dinero a los militares que habían asesinado a centenares de trabajadores argentinos, contestó con absoluta frialdad o cinismo, de que el banco si bien es de los obreros alemanes participa de la situación financiera mundial, del juego financiero mundial y tiene que cumplir con sus obligaciones. Esa fue la respuesta absolutamente fría de por qué le dieron préstamos a la dictadura de Videla. Entonces, digo, aquí para los alemanes demócratas había tres caminos para elegir. Esperar a las próximas elecciones para optar entre dos partidos que demostraron apenas tener una diferencia de detalles pero no de fondo. Lo demuestran las políticas que tanto la Democracia Cristiana como la Social democracia, realizaron con respecto a la Latinoamérica de los dictadores cuando fueron gobierno. Ellos podían elegir. O esos estudiantes podían seguir haciendo protestas y huelgas de hambre al infinito, como lo hicieron. O la tercera posición era desentenderse como el 95 por ciento de la población. O, y ahí ponemos el dedo en la llaga, y ahí comienza nuestra discusión, el otro camino era recurrir a la violencia rebelde bajo el motto: si los gobiernos llamados democráticos del primer mundo apoyan a los dictadores asesinos del tercer mundo merecen probar entonces -como éstos- la reacción violenta de la rebeldía. Y hacerles ver en carne propia la violencia diaria que sufren los que sí quieren vivir una vida con dignidad, en esos países. Entonces, de estas cuatro posiciones, ¿dónde está verdaderamente la ética? Cada uno tendrá su respuesta y sino recorramos la historia de la ética y la historia del mundo. Y dos nombres apenas: Espartaco y el obispo Thomas Müntzer. Espartaco, el esclavo liberado que sabe que va a morir y se levanta igual. Y el obispo Thomas Müntzer, el de aquel hermosísimo eslogan "por un comunismo cristiano", año 1516, escribió esas palabras y lo descuartizaron vivo los dueños de la tierra. Pero quedó esa línea. Margrite Schiller tenía siempre un revólver en la cartera...