2008/06/02

En la muerte de Benno Ohnesorg


Cuarenta años (hoy 41 años) del asesinato de un estudiante por parte de la Policía alemana
Salvador López Arnal

"La política propiamente dicha, la política en sentido fuerte, la política vigorosa es el arte de lo imposible".
Karl Liebknecht 1

Lo recordaba Manuel Sacristán en “Cuando empiece la vista” 2 , la presentación que en julio de 1974 escribió para: Heinrich Böll, Garantía para Ulrike Meinhof, volumen que Seix Barral editó en 1976:
El 2 de julio de 1967, al final de una manifestación antiimperialista, la policía berlinesa mata de un disparo a bocajarro a un estudiante que caminaba sólo y sin armas de ninguna clase, Benno Ohnesorg; y el Jueves Santo de 1968 se produce el atentado contra Dutschke, uno de los portavoces más visibles del movimiento socialista estudiantil. El lenguaje de Ulrike Meinhof 3 cambia, como cambió el estado del ánimo del movimiento: “Se acabó la broma” (Konkret, 5/1968) y hay que utilizar “medios distintos de los que han fracasado, puesto que no han podido impedir el atentado contra Rudi Dutschke”.
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También Tariq Ali se refirió a la muerte de Ohnesorg en su autobiografía, unas memorias imprescindibles 4 , donde casi nada sobra, donde apenas nada merece ser rectificado a excepción de un título demasiado generoso con sus orígenes y, sobre todo, con la posterior evolución político-circense-claudicante del señor Mick Jagger. Ésta fue su aproximación a lo sucedido. Recordemos que la primera edición de la autobiografía de Ali está fechada en 1987 5 .
En Años de lucha en la calle, Ali recuerda que Berlín Occidental seguía siendo en aquel entonces, 1967, una ciudad mayoritariamente pro estadounidense, a pesar de que el movimiento estudiantil berlinés había combatido, con éxitos parciales, algunos de los tópicos dominantes.
La Federación de Estudiantes Socialistas (SDS) había organizado una manifestación contra la visita del Sha de Irán, dictador amigo de los poderes occidentales. Ali lo presenta en sus memorias como “Cabeza un régimen torturador basado en una policía secreta cuyos jefes se jactaban de ser la red de represión más eficaz desde la caída de la GESTAPO”.
(Sea dicho entre paréntesis: vale la pena recordar una olvidada relación del régimen del Sha y la industria europea que ha sido recordada por Eduard Rodríguez Farré6. En los años setenta del pasado siglo, se creó en Europa un consorcio llamado “EURODIF” -abreviación de Eurodifusión- por el método de enriquecer uranio. El consorcio y sus instalaciones se encontraban, se siguen encontrando, bajo control francés. En EURODIF, además de los países europeos, España entre ellos, que no tenían entonces ni tienen ahora el ciclo completo del uranio, también participaba Irán, que antes, con el Sha en el poder, era país amigo. Al fundarse el consorcio, el Sha participó con un 10% del capital. Ya en estos años Irán tenía la finalidad de construir centrales nucleares. Nadie se escandalizaba por ello. Cuando fue Secretario de Estado bajo la presidencia de Nixon, Kissinger apuntó que la introducción de la industria nuclear en Irán beneficiaría las crecientes necesidades de su economía y, además, le permitiría reservar parte de su petróleo para la exportación o para la conversión en productos petroquímicos. El Sha era entonces un sátrapa, pero era nuestro sátrapa aliado. Cierro el paréntesis nuclear).
Así, pues, la policía berlinesa había recibido instrucciones de “limpiar” las calles ante la visita del ilustrísimo invitado. En la radio policial se emitió un mensaje falso, directo desencadenante de la violencia: dos estudiantes, se dijo por la radio, habían apuñalado a dos policías.
Benno Ohnesorg, miembro de la SDS, fue brutalmente golpeado por la policía. Caminaba solo en aquellos momentos, no llevaba arma alguna. Cayó semiinconsciente en la calle. Poco más tarde, otro policía berlinés llegó donde Ohnesorg yacía malherido. No erró: acabó con él de un disparo certero.
Más tarde se supo que el mensaje policial había sido falso. La ciudadanía de Berlín sabía que el verdadero poder de la ciudad estaba en manos del senador encargado de asuntos de interior, Herr Neubauer. Ali lo sitúa en la extrema derecha de SPD, del Partido Socialdemócrata Alemán. Extremadamente autoritario, la federación de estudiantes lo consideraba un nazi. Tampoco era ningún demócrata el jefe directo de la policía berlinesa.
El SDS, con Rudi Dutschke a la cabeza, convocó manifestaciones en todo el país exigiendo que se aclararan las circunstancias de la muerte de Benno. Pidieron la dimisión del responsable de la unidad policial y la expropiación del editor Axel Springer. El movimiento estudiantil alemán denunció a su editorial por la muerte de Ohnesorg, dadas las finalidades propagandísticas de sus publicaciones.
La convocatoria estudiantil no tuvo un seguimiento masivo...
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Posteriormente, se han sabido más detalles de lo ocurrido 7 . Hubo manifestaciones el día anterior al asesinato, el 1 de junio de 1967. Habían sido convocadas por grupos de apoyo al emperador persa, por estudiantes adictos a su régimen y por sicarios de su policía secreta, que pegaron con estacas a estudiantes berlineses opositores con la total pasividad de la policía alemana.
Cuando al día siguiente, el 2 de junio, el Sha y su mujer Farah Diba, publicitada en revistas populares de la época como emperatriz de gran corazón, fueron a la ópera berlinesa a ver “La flauta mágica” (¡La flauta!¡Mozart!), los estudiantes gritaron contra ellos y contra su régimen despótico. Inmediatamente hubo una violenta carga policial. No solo intervino la policía berlinesa sino los mismos sicarios policiales del Sha. Benno cayó muerto. Un tiro por la espalda, a medio metro de distancia, acabó con su vida. Los policías cercanos se negaron a atenderle. Una estudiante, Friederike Hausmann, que iba a una fiesta de amigos, fue quien se acercó a Ohnesorg mal herido. Murió poco después, en la ambulancia que le conducía al hospital.
Nunca se llegó a aclarar totalmente lo sucedido. Kurras, el policía autor del disparo, llegó a dar tres versiones distintas de lo ocurrido. Los tribunales lo absolvieron.
El Jefe de la policía de Berlín el día del asesinato era Hans-Ulrich Werner. Policía profesional durante el nazismo, aspiró a ser miembro de las SS. Participó en la política de tierra quemada en Ucrania y en la lucha contra la resistencia italiana, ganando por ello honores militares. Gudrun Ensslin, quien fuera años después líder de la Fracción del Ejército Rojo, tomó la palabra en una asamblea estudiantil posterior al asesinato de Benno: “¡A la violencia sólo se puede responder con contraviolencia. Esta es la generación de Auschwitz y con ellos no se puede argumentar!”
El ”Movimiento 2 de junio” recordó en su nombre la fecha del asesinato de Ohnesorg.
Nadie calificó ni ha calificado su muerte como terrorismo de Estado. La desesperación cundía entre el movimiento estudiantil. La democracia realmente existente, con activa participación socialdemócrata, parecía un Estado autoritario muy escorado a la derecha. El abogado Otto Schilly, sobre cuya evolución posterior lo mejor es el silencio, declaró: “Aquel día se me vino abajo mi fe en el estado de Derecho y la independencia de los tribunales”.
La radicalización del movimiento estudiantil, la formación de grupos como la Fracción del Ejército Rojo, el “Movimiento 2 de junio”, grupos marxistas-leninistas muy minoritarios, tuvieron en esa fecha su punto desencadenante. El atentado contra Dutschke se produjo 9 meses más tarde, un 11 de abril de 1968.
En su presentación al citado volumen de Heinrich Böll escrita a mediados de los sesenta, en pleno auge de los eurocomunismos, Sacristán daba cuenta de esta situación y de la evolución política del movimiento 8 :
Es probable que la teoría y la práctica de la Fracción Ejército Rojo no tengan justificación política alguna (aunque siempre es mejor, parafraseando a Teufel, intentar echar a los mercaderes del templo que cambalachear con ellos). También es posible que entre las causas que expliquen la obnubilación política de los de la FER algunas arraiguen en flojeras científicas o morales. (Pero no es menos probable que otras arraiguen en robusteces de ambas clases: ver la carta de Mahler a Böll, en este volumen, 31-I-1972.) Pero al menos una de las causas puede impedir que algunos se queden satisfechos con la comprobación, tan obvia, de que la FER no va a ninguna parte, o con la recolección de “pruebas nuevas de viejas verdades”. Esa causa es la citada confusión de la resaca del Sesenta y Ocho. La crisis que se alarga y se ahonda en las grandes sociedades capitalistas -crisis económica, crisis de concretas maneras de producir, crisis de instituciones, crisis políticas en algunos estados: crisis cultural, en suma- está originando ya desde hace algún tiempo medidas de defensa fascista del sistema, en las pintorescas formas del pasado, o en la sorprendente fórmula norteamericana hecha de corrupción y violencia, o en la forma legalista y burocrática de la que puede ser ejemplo algún aspecto de la presente evolución legislativa y ejecutiva alemana. Esta situación hará necesarias grandes concentraciones antifascistas cuya definición política global, como su contenido, tenga poco perfil. Pero de lo que no se ve ninguna necesidad es de presentar eufóricamente una situación semejante. Y, sin embargo, esto está ocurriendo en la izquierda con frecuencia cada vez mayor, confundiendo mucho el pensamiento. No es difícil dar en publicaciones de izquierda con curiosos análisis sociales que se suponen críticos y afirman, por ejemplo, la neutralidad de órganos del Estado. O con fantasiosas perspectivas de una utopía reformista que ve evolucionar lisamente la sociedad hasta el socialismo desde el capitalismo, incluso desde una forma fascista de éste. Tesis que hasta hace relativamente poco tiempo se recibían como fruto irrelevante de la ignorancia -por ejemplo, la democracia social de Andrei Zajárov, en la que confluirían finalmente capitalismo y socialismo- o como gastados señuelos contrarrevolucionarios -por ejemplo, la vieja frase de la “tercera vía”- se oyen ahora a gentes que el público tiende a relacionar con la izquierda de clase. En medio de esa confusión, una insania política trágica como la de Holger Meins se hace bastante comprensible, como si al negarse a comer se hubiera negado también a tragarse semejantes purés ideológicos. Muy poco antes de su muerte en prisión, al final de unas líneas que escribió Meins garrapateó esta última frase: En medio no hay nada (Dazwischen gibt es nichts).

Acaso sea innecesario señalar que la evolución del capitalismo tardío en estas últimas décadas no ha falsado el sentido central de estas consideraciones del autor de El orden y el tiempo.

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1 Tomado de la editorial del número 11 de la revista Materiales, septiembre-octubre de 1977, p. 4
2 Ahora en Manuel Sacristán, Intervenciones políticas. Icaria, Barcelona, 1985, pp.158-177 (el paso citado está en la página 165).
3 Sacristán presentó y editó en 1976 una Antología de los escritos de la Meinhof a quien había conocido durante su estancia en Alemania entre 1954 y 1956.A ella se refería en una de sus últimas conferencias: “Sobre Lkukács” (1985), Manuel Sacristán, Seis conferencias. Libros de El Viejo Topo, Barcelona, 2005.
4 Tariq Ali, Años de lucha en la calle. Akal, Madrid, 2007, p. 259.
5 A la nueva edición (original 2005, en castellano 2007), Tariq Ali ha incorporado una larga introducción –“Crónica de entonces y de ahora”-, un apartado con intercambio de cartas entre John Lennon y John Hoyland y la entrevista que él y Robin Blackburn hicieron a Lennon y Ono.
6 Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, Casi todo que usted deseaba saber sobre salud humana, medio ambiente e industria nuclear y algún día quería preguntar. Libros de El Viejo Topo; Barcelona (en prensa)
7 Me baso en este punto en diferentes entradas de Wikipedia y en un artículo, de marchamo anticomunista y con repetidas pruebas de incomprensión total, como casi todos los suyos, de José Comas que apareció en El País, 3-6-2007: “¿Mayo del 68? No. Junio de 1967” (suplemento, p.6).
8 Manuel Sacristán, Intervenciones políticas, op. cit, pp. 176-177.

http://rebelion.org/noticia.php?id=55669