Entrevista a Jutta Ditfureth, la biógrafa de Ulrike Meinhof
por Cathrin Schütz
Ulrike Meinhof: rebelde en la era Adenauer, miembro del ilegal PCA, activista contra las leyes de emergencia y la guerra de Vietnam, cofundadora de la RAF (Fracción del Ejército Rojo, N. del T.). Entrevista con la biógrafa Jutta Ditfurth.
Jutta Ditfureth fue cofundadora del Partido de los Verdes y de 1984 a 1988 su presidenta federal. En 1991 abandonó, como otros muchos izquierdistas, los verdes. Esta publicista es hoy miembro de la agrupación “Izquierda Ecológica”. En 2001 entró como concejala de la “ÖkolinX-Antirassistische Liste” (Lista Antirracista-Ecoizquierda). El mes pasado apareció en la editorial Ullstein su libro Ulrike Meinhof. La biografía.
Arno Luik, de Stern, se sorprende de que la biografía de “Ulrike Meinhof, una mujer tan muerta como su política, la haya ocupado seis años".
Si hubiera sabido antes que tenía que ser primero investigadora antes de poder ser autora, y si hubiera sospechado que iba a trabajar seis largos y duros años en esta biografía de Ulrike Meinhof y contraer un montón de deudas, no lo hubiera hecho. Entiendo, pues, que Arno Luik se sorprenda. A mediados de los años 90 constaté que, salvo los estudios biográficos de Peter Brückner y Mario Krebs, no existía ninguna biografía de la “enemiga estatal número 1” de los años 70. Intenté entonces hallar una autora, un autor. El intento fracasó. Finalmente me convencí yo misma.
Pero son los medios burgueses los que recientemente han vuelto a colocar en el centro el tema de la RAF con el lema de “30 Años del Otoño Alemán”.
Este debate antiesclarecedor se mantuvo durante todo el año. Empezó con una absurda discusión sobre el indulto y terminó con un exitoso y ahistórico telefilm, en dos partes, de Stefan Aust, difundida por el ARD (el primer canal público de TV, nota del traductor), en el que pudo aparecer como testigo el funcionario nazi Horst Mahler, mientras que al mismo tiempo se despidió, de manera correcta, de la NDR (Norddeutsche Rundfunk canal, radiodifusión del Norte de Alemania, N. del T.), a Eva Herman y el mismo canal ocultó un film interesante y crítico sobre el pasado nazi de la familia del consorcio Quandt relegándolo a última hora de la noche con el título engañoso de “Inge Meysels”.
Los miembros de la resistencia armada de la República Federal son analizados psicológicamente en la presentación de los medios burgueses, se intenta demostrar el “gen terrorista” y desacreditarlos personalmente. Entre ellos cuentan también las manifestaciones tan citadas sobre Ulrike Meinhof de su ex marido Klaus Rainer Rol y su madre adoptiva Renate Riemeck. Se borran así el contexto histórico de esta actuación y la evolución política que condujo a eso. ¿Cuáles son las etapas más importantes en la evolución política de Ulrike Meinhof?
Tendría que resumir grandes partes de mi libro.
Inténtelo, aunque sea muy breve.
Hubo sutiles revueltas culturales. La joven Meinhof no sólo fue la estudiante formal, cristiana, que tocaba el violín, sino una especie de beatnik prematura. Amó mujeres y hombres. Apenas se ajustaba al papel de las jóvenes de la era Adenauer. En la evolución política de Meinhof se cuentan unos 12 a 15 años de rebelión plena: campaña contra el rearme y movimiento contra las armas nucleares, pertenencia al PCA de 1958 a 1964, las disputas entre el SPD (partido socialdemócrata alemán, N. del T.) y SDS (Sozialistischer Deutscher Studentenbund, Federación de Estudiantes Socialistas Alemanes.N. del T.) ), muchas luchas políticas antes de la oposición extraparlamentaria de 1967/68. Los 22 años que van de 1945 a 1967 y las experiencias de varias generaciones de jóvenes que lucharon contra los viejos nazis, por una verdadera democratización de la sociedad, contra las guerras de Corea, Argelia, y luego contra las leyes de emergencia y la guerra de Vietnam, todas estos conflictos casi se han olvidado hoy. Se esfuman en la sombra de ciertos sesentayochos (por los acontecimientos de 1968, N. del T.), ahistóricos, aunque influyentes, cuando, por ejemplo, afirman que antes de 1967 los jóvenes no sintieron jamás las porras de la policía germano- occidental. Y una se pregunta quién mató realmente al joven comunista Philipp Müller en Essen en n1952, y quién persiguió, desposeyó, pegó y encarceló durante los años 50 a miles de jóvenes y viejos izquierdistas tan sólo por sus ideas.
Cuando Ulrike Meinhof, a principios de 1968, con sus 33 años, se muda finalmente con sus hijos a Berlín, no es que se marche en retirada. En Febrero, el gran congreso internacional de Vietnam refuerza la autoconciencia de la izquierda germano-occidental. Pero el 11 de abril cae víctima de un atentado el “amigo político favorito” de Ulrike Meinhof, según Rudi Dutschke. Por muy diversas razones, la APO (Ausserparlamentarische Oposition, Posición extraparlamentaria, N. del T.) se desintegra en numerosos componentes. El Pacto de Varsovia ataca en agosto la Primavera de Praga, un trauma para izquierdistas como Ulrike Meinhof. Por muchas razones que expongo en el libro, apoya un año después del Congreso de Vietnam y un año antes de la liberación de Andreas Baader, a principios de la primavera de 1969, el ataque a un barco de guerra que la dictadura portuguesa había encargado a los astilleros Blohm & Voss de Hamburgo.
Ulrike Meinhof pasa a la clandestinidad después de que el 14 de mayo de 1970 en la liberación de Andreas Baader se disparase inesperadamente a un empleado. Riemeck dice que Meinhof no pensó bien las consecuencias de la acción. ¿Es que de repente volvió a encontrarse en la ilegalidad?
Renate Riemeck ha mentido tanto a lo largo de toda su vida que también se descarta aquí como testigo. Hasta el final de sus días ocultó su pasado nazi y difundió la mentira de que ayudó a los judíos. También tendría que volver a investigar su biografía, siempre se la ha creído. No, no fue así. Hay una evolución larga, polifacética, y no una decisión de un día o tonterías semejantes. Lo cierto es que Ulrike Meinhof se había decidido ya por la clandestinidad y la lucha armada meses antes de la liberación de Baader en mayo de 1970.
El abogado de Meinhof, Heinrich Hannover, escribe en sus “Erinnerungen” (Recuerdos), que los abogados fueron tratados desde la primera hora como cómplices de sus mandantes “terroristas”. Lo que usted escribe sugiere también que fue imposible cualquier tipo de defensa.
¿A qué “hora” se refiere? En sus “Recuerdos”, Hannover se refiere al intento, en junio de 1972, de ver a Ulrike Meinhof, encarcelada por la Cancillería Federal. Eso lo consiguió cuatro días después. Hasta entonces se le aplicaron a su mandante toda clase de análisis, incluso violentos, pero sobre todo análisis corporales humillantes, conscientes, por un Estado que afirma ser un Estado de Derecho. A partir de este momento escaló también el trato del Estado con los abogados.
Precisamente desde que en los últimos meses volvieron a centellear en las pantallas imágenes de acusados perturbadores, insultantes, en el proceso de Stammheim considero importante observar que solamente estas escenas del proceso saldrían al público.
Estamos en 1975 y Ulrike Meinhof, Gudrun Ensslin, Andreas Baader y Jan Carl Raspe están acusados ante la Audiencia Territorial de Stuttgart-Stammheim. Tras cuatro años de encarcelamiento miserable, inhumano, se hallan en un estado físico y psíquico que hasta los peritos del tribunal, esto es, peritos rechazados por los presos y sus abogados, consideran tan deplorables que atestiguan su incapacidad para actuar. A pesar de todo no se reduce la duración de la vista. No se aceptan ni las pausas recomendadas ni la unión en grupos interactivos mayores, como recomiendan los médicos. Durante cierto tiempo Ulrike Meinhof tiene mucho miedo a derrumbarse ante el tribunal, a desmayarse ante sus enemigos. Entonces los procesados descubrieron que eran excluidos y, por eso, podían forzar pausas de recuperación cuando tras prolongadas e inútiles disputas verbales insultaban al juez presidente con epítetos como “cara de culo” o cosas semejantes. Esto es lo que salía sobre todo al exterior.
Hace poco, Stefan Aust vendía la vieja teoría de que el conflicto con otros presos de la RAF llevó a Ulrike Meinhof a suicidarse.
Claro que en estas condiciones de encarcelamiento también había discusiones duras, violentas, agresivas, entren los detenidos. Eso también ocurre en comunidades de vecinos, en el centro de trabajo o en las familias bajo condiciones mucho más favorables. De la disputa entre Gudrun Ensslin y Ulrike Meinhof dan fe las cartas de ambas, pero hacia tiempo que acabó, antes de que muriese Ulrike Meinhof.
Se insinúa también por entonces Meinhof también se distanció de la RAF.
Ulrike Meinhof fue hasta su muerte miembro convencido de la RAF. Poco antes de su muerte urdió una nueva campaña que debía demostrar la colaboración entre los EEUU y el Gobierno federal en la guerra de Vietnam. Si se hubiera querido salir lo hubiera podido hacer fácilmente. Había personas próximas a ella que hubieran reaccionado inmediatamente al menor indicio suyo. Lo que dijo una vez ante el tribunal y lo que devotamente se cita no fue ninguna insinuación con la que quisiera aclarar a la justicia ninguna contradicción en el comportamiento.
Desde que Ulrike Meinhof fue hallada muerta en su celda el 6 de mayo de 1976 en la JVA de Stuttgart-Stammheim se enfrentan la dos teoría del suicidio y del asesinato por encargo del Estado.
Hay muchas cosas curiosas. Expongo con toda precisión los resultados de mi investigación en mi libro. Las actas de la justicia eran más contradictorias de lo que sospechaba. No sé si fue suicidio o asesinato. Pero cuando una presa bajo la “custodia” del Estado y en condiciones de detención inhumanas comete suicidio es algo que me parece bastante terrible. Entre las cosas curiosas está lo siguiente: Se impidió que los médicos que gozaban de la confianza de la hermana o de los abogados de la muerta estuvieran en la decisiva primera autopsia. Hasta dos días después de su muerte no pudo ver el cadáver, ya bastante estropeado, el segundo perito, el catedrático Jansen, director del Instituto de Medicina Jurídica de la Diversidad de Hamburgo. Explicó que esta autopsia posterior tiene “posibilidades de conocimiento mucho más reducidas”. Como ya había pasado demasiado tiempo, no podían realizarse en absoluto determinados análisis. Los que efectuaron la primera autopsia dijeron que era “suicidio”, y Jansen no pudo ya constatarlo, sobre todo teniendo en cuenta que la fiscalía les prohibió proporcionarle información.
De su libro se deduce que usted ha conseguido hablar también con los de la RAF que han rechazado los actuales espectáculos de propaganda. ¿Cuál ha sido su actitud ante su proyecto de libro?
Hace decenios que se conoce mi posición de izquierdista no dogmática. Hubo, naturalmente, muchas discusiones, escépticas, reservadas, pero también creaciones amistosas. Evidentemente algunos han hablado conmigo, unos se mencionan en los agradecimientos, otros no.
Volviendo a Stern. ¿Está Ulrike Meinhof políticamente muerta?
Es evidente que no si considero las reacciones a mi libro, las conferencias repletas de asistentes, las reacciones sumamente diferentes de los medios, las impresionantes cartas que recibo. Pero lo que esto pueda significar políticamente es otra cuestión muy distinta.
Traducido por Vicente Romano para Rebelion y Tlaxcala para Jungewelt
por Cathrin Schütz
Ulrike Meinhof: rebelde en la era Adenauer, miembro del ilegal PCA, activista contra las leyes de emergencia y la guerra de Vietnam, cofundadora de la RAF (Fracción del Ejército Rojo, N. del T.). Entrevista con la biógrafa Jutta Ditfurth.
Jutta Ditfureth fue cofundadora del Partido de los Verdes y de 1984 a 1988 su presidenta federal. En 1991 abandonó, como otros muchos izquierdistas, los verdes. Esta publicista es hoy miembro de la agrupación “Izquierda Ecológica”. En 2001 entró como concejala de la “ÖkolinX-Antirassistische Liste” (Lista Antirracista-Ecoizquierda). El mes pasado apareció en la editorial Ullstein su libro Ulrike Meinhof. La biografía.
Arno Luik, de Stern, se sorprende de que la biografía de “Ulrike Meinhof, una mujer tan muerta como su política, la haya ocupado seis años".
Si hubiera sabido antes que tenía que ser primero investigadora antes de poder ser autora, y si hubiera sospechado que iba a trabajar seis largos y duros años en esta biografía de Ulrike Meinhof y contraer un montón de deudas, no lo hubiera hecho. Entiendo, pues, que Arno Luik se sorprenda. A mediados de los años 90 constaté que, salvo los estudios biográficos de Peter Brückner y Mario Krebs, no existía ninguna biografía de la “enemiga estatal número 1” de los años 70. Intenté entonces hallar una autora, un autor. El intento fracasó. Finalmente me convencí yo misma.
Pero son los medios burgueses los que recientemente han vuelto a colocar en el centro el tema de la RAF con el lema de “30 Años del Otoño Alemán”.
Este debate antiesclarecedor se mantuvo durante todo el año. Empezó con una absurda discusión sobre el indulto y terminó con un exitoso y ahistórico telefilm, en dos partes, de Stefan Aust, difundida por el ARD (el primer canal público de TV, nota del traductor), en el que pudo aparecer como testigo el funcionario nazi Horst Mahler, mientras que al mismo tiempo se despidió, de manera correcta, de la NDR (Norddeutsche Rundfunk canal, radiodifusión del Norte de Alemania, N. del T.), a Eva Herman y el mismo canal ocultó un film interesante y crítico sobre el pasado nazi de la familia del consorcio Quandt relegándolo a última hora de la noche con el título engañoso de “Inge Meysels”.
Los miembros de la resistencia armada de la República Federal son analizados psicológicamente en la presentación de los medios burgueses, se intenta demostrar el “gen terrorista” y desacreditarlos personalmente. Entre ellos cuentan también las manifestaciones tan citadas sobre Ulrike Meinhof de su ex marido Klaus Rainer Rol y su madre adoptiva Renate Riemeck. Se borran así el contexto histórico de esta actuación y la evolución política que condujo a eso. ¿Cuáles son las etapas más importantes en la evolución política de Ulrike Meinhof?
Tendría que resumir grandes partes de mi libro.
Inténtelo, aunque sea muy breve.
Hubo sutiles revueltas culturales. La joven Meinhof no sólo fue la estudiante formal, cristiana, que tocaba el violín, sino una especie de beatnik prematura. Amó mujeres y hombres. Apenas se ajustaba al papel de las jóvenes de la era Adenauer. En la evolución política de Meinhof se cuentan unos 12 a 15 años de rebelión plena: campaña contra el rearme y movimiento contra las armas nucleares, pertenencia al PCA de 1958 a 1964, las disputas entre el SPD (partido socialdemócrata alemán, N. del T.) y SDS (Sozialistischer Deutscher Studentenbund, Federación de Estudiantes Socialistas Alemanes.N. del T.) ), muchas luchas políticas antes de la oposición extraparlamentaria de 1967/68. Los 22 años que van de 1945 a 1967 y las experiencias de varias generaciones de jóvenes que lucharon contra los viejos nazis, por una verdadera democratización de la sociedad, contra las guerras de Corea, Argelia, y luego contra las leyes de emergencia y la guerra de Vietnam, todas estos conflictos casi se han olvidado hoy. Se esfuman en la sombra de ciertos sesentayochos (por los acontecimientos de 1968, N. del T.), ahistóricos, aunque influyentes, cuando, por ejemplo, afirman que antes de 1967 los jóvenes no sintieron jamás las porras de la policía germano- occidental. Y una se pregunta quién mató realmente al joven comunista Philipp Müller en Essen en n1952, y quién persiguió, desposeyó, pegó y encarceló durante los años 50 a miles de jóvenes y viejos izquierdistas tan sólo por sus ideas.
Cuando Ulrike Meinhof, a principios de 1968, con sus 33 años, se muda finalmente con sus hijos a Berlín, no es que se marche en retirada. En Febrero, el gran congreso internacional de Vietnam refuerza la autoconciencia de la izquierda germano-occidental. Pero el 11 de abril cae víctima de un atentado el “amigo político favorito” de Ulrike Meinhof, según Rudi Dutschke. Por muy diversas razones, la APO (Ausserparlamentarische Oposition, Posición extraparlamentaria, N. del T.) se desintegra en numerosos componentes. El Pacto de Varsovia ataca en agosto la Primavera de Praga, un trauma para izquierdistas como Ulrike Meinhof. Por muchas razones que expongo en el libro, apoya un año después del Congreso de Vietnam y un año antes de la liberación de Andreas Baader, a principios de la primavera de 1969, el ataque a un barco de guerra que la dictadura portuguesa había encargado a los astilleros Blohm & Voss de Hamburgo.
Ulrike Meinhof pasa a la clandestinidad después de que el 14 de mayo de 1970 en la liberación de Andreas Baader se disparase inesperadamente a un empleado. Riemeck dice que Meinhof no pensó bien las consecuencias de la acción. ¿Es que de repente volvió a encontrarse en la ilegalidad?
Renate Riemeck ha mentido tanto a lo largo de toda su vida que también se descarta aquí como testigo. Hasta el final de sus días ocultó su pasado nazi y difundió la mentira de que ayudó a los judíos. También tendría que volver a investigar su biografía, siempre se la ha creído. No, no fue así. Hay una evolución larga, polifacética, y no una decisión de un día o tonterías semejantes. Lo cierto es que Ulrike Meinhof se había decidido ya por la clandestinidad y la lucha armada meses antes de la liberación de Baader en mayo de 1970.
El abogado de Meinhof, Heinrich Hannover, escribe en sus “Erinnerungen” (Recuerdos), que los abogados fueron tratados desde la primera hora como cómplices de sus mandantes “terroristas”. Lo que usted escribe sugiere también que fue imposible cualquier tipo de defensa.
¿A qué “hora” se refiere? En sus “Recuerdos”, Hannover se refiere al intento, en junio de 1972, de ver a Ulrike Meinhof, encarcelada por la Cancillería Federal. Eso lo consiguió cuatro días después. Hasta entonces se le aplicaron a su mandante toda clase de análisis, incluso violentos, pero sobre todo análisis corporales humillantes, conscientes, por un Estado que afirma ser un Estado de Derecho. A partir de este momento escaló también el trato del Estado con los abogados.
Precisamente desde que en los últimos meses volvieron a centellear en las pantallas imágenes de acusados perturbadores, insultantes, en el proceso de Stammheim considero importante observar que solamente estas escenas del proceso saldrían al público.
Estamos en 1975 y Ulrike Meinhof, Gudrun Ensslin, Andreas Baader y Jan Carl Raspe están acusados ante la Audiencia Territorial de Stuttgart-Stammheim. Tras cuatro años de encarcelamiento miserable, inhumano, se hallan en un estado físico y psíquico que hasta los peritos del tribunal, esto es, peritos rechazados por los presos y sus abogados, consideran tan deplorables que atestiguan su incapacidad para actuar. A pesar de todo no se reduce la duración de la vista. No se aceptan ni las pausas recomendadas ni la unión en grupos interactivos mayores, como recomiendan los médicos. Durante cierto tiempo Ulrike Meinhof tiene mucho miedo a derrumbarse ante el tribunal, a desmayarse ante sus enemigos. Entonces los procesados descubrieron que eran excluidos y, por eso, podían forzar pausas de recuperación cuando tras prolongadas e inútiles disputas verbales insultaban al juez presidente con epítetos como “cara de culo” o cosas semejantes. Esto es lo que salía sobre todo al exterior.
Hace poco, Stefan Aust vendía la vieja teoría de que el conflicto con otros presos de la RAF llevó a Ulrike Meinhof a suicidarse.
Claro que en estas condiciones de encarcelamiento también había discusiones duras, violentas, agresivas, entren los detenidos. Eso también ocurre en comunidades de vecinos, en el centro de trabajo o en las familias bajo condiciones mucho más favorables. De la disputa entre Gudrun Ensslin y Ulrike Meinhof dan fe las cartas de ambas, pero hacia tiempo que acabó, antes de que muriese Ulrike Meinhof.
Se insinúa también por entonces Meinhof también se distanció de la RAF.
Ulrike Meinhof fue hasta su muerte miembro convencido de la RAF. Poco antes de su muerte urdió una nueva campaña que debía demostrar la colaboración entre los EEUU y el Gobierno federal en la guerra de Vietnam. Si se hubiera querido salir lo hubiera podido hacer fácilmente. Había personas próximas a ella que hubieran reaccionado inmediatamente al menor indicio suyo. Lo que dijo una vez ante el tribunal y lo que devotamente se cita no fue ninguna insinuación con la que quisiera aclarar a la justicia ninguna contradicción en el comportamiento.
Desde que Ulrike Meinhof fue hallada muerta en su celda el 6 de mayo de 1976 en la JVA de Stuttgart-Stammheim se enfrentan la dos teoría del suicidio y del asesinato por encargo del Estado.
Hay muchas cosas curiosas. Expongo con toda precisión los resultados de mi investigación en mi libro. Las actas de la justicia eran más contradictorias de lo que sospechaba. No sé si fue suicidio o asesinato. Pero cuando una presa bajo la “custodia” del Estado y en condiciones de detención inhumanas comete suicidio es algo que me parece bastante terrible. Entre las cosas curiosas está lo siguiente: Se impidió que los médicos que gozaban de la confianza de la hermana o de los abogados de la muerta estuvieran en la decisiva primera autopsia. Hasta dos días después de su muerte no pudo ver el cadáver, ya bastante estropeado, el segundo perito, el catedrático Jansen, director del Instituto de Medicina Jurídica de la Diversidad de Hamburgo. Explicó que esta autopsia posterior tiene “posibilidades de conocimiento mucho más reducidas”. Como ya había pasado demasiado tiempo, no podían realizarse en absoluto determinados análisis. Los que efectuaron la primera autopsia dijeron que era “suicidio”, y Jansen no pudo ya constatarlo, sobre todo teniendo en cuenta que la fiscalía les prohibió proporcionarle información.
De su libro se deduce que usted ha conseguido hablar también con los de la RAF que han rechazado los actuales espectáculos de propaganda. ¿Cuál ha sido su actitud ante su proyecto de libro?
Hace decenios que se conoce mi posición de izquierdista no dogmática. Hubo, naturalmente, muchas discusiones, escépticas, reservadas, pero también creaciones amistosas. Evidentemente algunos han hablado conmigo, unos se mencionan en los agradecimientos, otros no.
Volviendo a Stern. ¿Está Ulrike Meinhof políticamente muerta?
Es evidente que no si considero las reacciones a mi libro, las conferencias repletas de asistentes, las reacciones sumamente diferentes de los medios, las impresionantes cartas que recibo. Pero lo que esto pueda significar políticamente es otra cuestión muy distinta.
Traducido por Vicente Romano para Rebelion y Tlaxcala para Jungewelt