
La crisis golpea sobre todo a sectores clave de la industria tradicional, tanto del carbón como de la siderurgía, al tiempo que la desocupación reaparece en escena.
El SPD forma gobierno en 1966 comprometiéndose con una política impositiva de apoyo a la economía privada, y una política de intervención pública más centralizada, una racionalización económica y una contención de la conflictividad social que el frente conservador difícilmente podía haber gestionado sin aliados.