Lo que sigue es un extracto de la antología de textos de Manuel Sacristán (1925-1985) recogidas por Salvador López Arnal
12. Rudi Dutschke (1940-1979)
A. El 2 de julio de 1967, al final de una manifestación antiimperialista, la policía berlinesa mata de un disparo a bocajarro a un estudiante que caminaba sólo y sin armas de ninguna clase, Benno Ohnesorg; y el Jueves Santo de 1968 se produce el atentado contra Dutschke, uno de los portavoces más visibles del movimiento socialista estudiantil. El lenguaje de Ulrike Meinhof cambia, como cambió el estado del ánimo del movimiento: “Se acabó la broma” (Konkret, 5/1968) y hay que utilizar “medios distintos de los que han fracasado, puesto que no han podido impedir el atentado contra Rudi Dutschke”.
B. Por lo que hace a los países de capitalismo avanzado o relativamente avanzado, Gramsci realizó por los años 20 y 30 un análisis de la fase de gestación del socialismo que está siendo esencialmente confirmado por los acontecimientos de los años posteriores, y muy llamativamente por los de la década de 1960. Gramsci argumentaba que la misma toma del poder político en estados de esas características exige una previa penetración de la “sociedad civil”, una conquista de los fundamentos no inmediatamente político-estatales de esos poderes. Desde los tiempos de Gramsci el estado del capitalismo monopolista ha penetrado la “sociedad civil” aún más profundamente, lo que complica la perspectiva estratégica abierta por Gramsci, pero la hace aún más esencial. La crisis de instituciones de esta sociedad -ante todo de la universitaria- es una buena prueba de ello. Por eso no es sorprendente que en el movimiento estudiantil europeo de los años 60 se redescubriera la estrategia gramsciana aun sin conocer a Gramsci. Cuando Rudi Dutschke usó la formulación de la “larga marcha a través de las instituciones de la sociedad capitalista” no parecía haber leído a Gramsci. (Lo que interesa de esa frase no es su alusión histórica, sin duda desacertada, pues la Larga Marcha de los comunistas chinos fue una retirada estratégica, mientras que la conquista de la sociedad civil capitalista es una “guerra de trincheras” para destruir la hegemonía de la clase dominante, su poder no inmediatamente político, y dar base a la ofensiva.). La lucha ya hoy, bajo el capitalismo, contra la división del trabajo instituida y, por lo tanto, contra la universidad como institución de esa división del trabajo, es un sendero que desemboca en el camino principal del cambio histórico, de la lucha directa por el poder político...12. A. “Cuando empiece la vista” [1974], Intervenciones políticas, op. cit, p. 165. 12.B. “La Universidad y la división del trabajo” [1970], Ibidem, pp. 147-148.
Nota SLA:
Dos breves referencias más a Dutchske. En ”¿Para qué sirvió el realismo de Lukács?” (Pacifismo, ecología y política alternativa, op. cit, p. 177), a propósito de la traducción castellana de Historia y consciencia de clase, comentaba Sacristán:
“ (…) Mas la comparación [entre Lukács y Korsch] puede confundir acerca de las motivaciones de la autocrítica de Lukács. En ella no hay oportunismo ni insinceridad: la autocrítica señaló su paso de la utopía inicial al realismo que le caracteriza en sus años maduros. Desde entonces creyó siempre Lukács sinceramente que el idealismo de Historia y consciencia de clase era un error teórico. Muchos años después del incidente con la Internacional, cuando se preparaba la edición castellana de su obra (1968), tuvo ocasión de probarlo. Durante los trabajos preparatorios, el traductor castellano recibió la oferta de Rudi Dutschke de escribir una introducción para la edición española. El traductor, que apreciaba a Dutschke también como escritor, accedió gustoso e imprudente. Cuando poco después se lo dijo a Lukács, éste se inquietó pensando que Dutschke escribiría una reivindicación idealista y utópica de la obra: se negó a aceptar el proyecto y, en contrapartida y para asegurar su veto, escribió él mismo una introducción muy crítica, que es el único texto suyo que ha aparecido en castellano antes que en ninguna otra lengua. Ahora bien, en 1969 (techa de la publicación), Lukács no habría tenido nada que temer por haber escrito Historia y consciencia de clase ni por reafirmar el pensamiento de ese libro.”
Igualmente, en un determinado momento de su conferencia “Sobre Lukácas” de 1985 (Manuel Sacristán, Seis conferencias, El Viejo Topo, Barcelona, 2005, pp. 174-175), a propósito de la evolución política de Adorno, señalaba Sacristán:
“ Cuando el 68, sus estudiantes, entre otros individuos de tanto talento como Dutchske, Hermann Clark -que se mató en un accidente de automóvil en el 68 mismo, corriendo de Hamburgo a Berlín a una manifestación, se pegó un trastazo y murió en las puertas de Berlín-, algunos otros personajes, sobre todo uno que a mi me conmueve mucho, y supongo que cuando sea muy viejo, y ya me esté muriendo, todavía la recordaré con dolor que es Ulrike Meinhof, a la que conocí en Münster, cuando empezaba a ser roja, todavía no lo era mucho, pues también fue alumna de él, de Adorno, cuando estos estudiantes de Adorno decidieron que había llegado el momento de hacer algo, de hacer algo en la práctica, Adorno…”.
El texto continúa narrando el desencuentro de Adorno con los estudiantes del movimiento de 1968.
12. Rudi Dutschke (1940-1979)
A. El 2 de julio de 1967, al final de una manifestación antiimperialista, la policía berlinesa mata de un disparo a bocajarro a un estudiante que caminaba sólo y sin armas de ninguna clase, Benno Ohnesorg; y el Jueves Santo de 1968 se produce el atentado contra Dutschke, uno de los portavoces más visibles del movimiento socialista estudiantil. El lenguaje de Ulrike Meinhof cambia, como cambió el estado del ánimo del movimiento: “Se acabó la broma” (Konkret, 5/1968) y hay que utilizar “medios distintos de los que han fracasado, puesto que no han podido impedir el atentado contra Rudi Dutschke”.
B. Por lo que hace a los países de capitalismo avanzado o relativamente avanzado, Gramsci realizó por los años 20 y 30 un análisis de la fase de gestación del socialismo que está siendo esencialmente confirmado por los acontecimientos de los años posteriores, y muy llamativamente por los de la década de 1960. Gramsci argumentaba que la misma toma del poder político en estados de esas características exige una previa penetración de la “sociedad civil”, una conquista de los fundamentos no inmediatamente político-estatales de esos poderes. Desde los tiempos de Gramsci el estado del capitalismo monopolista ha penetrado la “sociedad civil” aún más profundamente, lo que complica la perspectiva estratégica abierta por Gramsci, pero la hace aún más esencial. La crisis de instituciones de esta sociedad -ante todo de la universitaria- es una buena prueba de ello. Por eso no es sorprendente que en el movimiento estudiantil europeo de los años 60 se redescubriera la estrategia gramsciana aun sin conocer a Gramsci. Cuando Rudi Dutschke usó la formulación de la “larga marcha a través de las instituciones de la sociedad capitalista” no parecía haber leído a Gramsci. (Lo que interesa de esa frase no es su alusión histórica, sin duda desacertada, pues la Larga Marcha de los comunistas chinos fue una retirada estratégica, mientras que la conquista de la sociedad civil capitalista es una “guerra de trincheras” para destruir la hegemonía de la clase dominante, su poder no inmediatamente político, y dar base a la ofensiva.). La lucha ya hoy, bajo el capitalismo, contra la división del trabajo instituida y, por lo tanto, contra la universidad como institución de esa división del trabajo, es un sendero que desemboca en el camino principal del cambio histórico, de la lucha directa por el poder político...12. A. “Cuando empiece la vista” [1974], Intervenciones políticas, op. cit, p. 165. 12.B. “La Universidad y la división del trabajo” [1970], Ibidem, pp. 147-148.
Nota SLA:
Dos breves referencias más a Dutchske. En ”¿Para qué sirvió el realismo de Lukács?” (Pacifismo, ecología y política alternativa, op. cit, p. 177), a propósito de la traducción castellana de Historia y consciencia de clase, comentaba Sacristán:
“ (…) Mas la comparación [entre Lukács y Korsch] puede confundir acerca de las motivaciones de la autocrítica de Lukács. En ella no hay oportunismo ni insinceridad: la autocrítica señaló su paso de la utopía inicial al realismo que le caracteriza en sus años maduros. Desde entonces creyó siempre Lukács sinceramente que el idealismo de Historia y consciencia de clase era un error teórico. Muchos años después del incidente con la Internacional, cuando se preparaba la edición castellana de su obra (1968), tuvo ocasión de probarlo. Durante los trabajos preparatorios, el traductor castellano recibió la oferta de Rudi Dutschke de escribir una introducción para la edición española. El traductor, que apreciaba a Dutschke también como escritor, accedió gustoso e imprudente. Cuando poco después se lo dijo a Lukács, éste se inquietó pensando que Dutschke escribiría una reivindicación idealista y utópica de la obra: se negó a aceptar el proyecto y, en contrapartida y para asegurar su veto, escribió él mismo una introducción muy crítica, que es el único texto suyo que ha aparecido en castellano antes que en ninguna otra lengua. Ahora bien, en 1969 (techa de la publicación), Lukács no habría tenido nada que temer por haber escrito Historia y consciencia de clase ni por reafirmar el pensamiento de ese libro.”
Igualmente, en un determinado momento de su conferencia “Sobre Lukácas” de 1985 (Manuel Sacristán, Seis conferencias, El Viejo Topo, Barcelona, 2005, pp. 174-175), a propósito de la evolución política de Adorno, señalaba Sacristán:
“ Cuando el 68, sus estudiantes, entre otros individuos de tanto talento como Dutchske, Hermann Clark -que se mató en un accidente de automóvil en el 68 mismo, corriendo de Hamburgo a Berlín a una manifestación, se pegó un trastazo y murió en las puertas de Berlín-, algunos otros personajes, sobre todo uno que a mi me conmueve mucho, y supongo que cuando sea muy viejo, y ya me esté muriendo, todavía la recordaré con dolor que es Ulrike Meinhof, a la que conocí en Münster, cuando empezaba a ser roja, todavía no lo era mucho, pues también fue alumna de él, de Adorno, cuando estos estudiantes de Adorno decidieron que había llegado el momento de hacer algo, de hacer algo en la práctica, Adorno…”.
El texto continúa narrando el desencuentro de Adorno con los estudiantes del movimiento de 1968.