Entrevista a Klaus Croissant, de Soledad Gallego Diaz para El Pais 30-12-1980.
El abogado alemán, proscrito y condenado, se encuentra actualmente en Madrid.
Cuenta Aníbal Ponce, en su ensayo sobre Proudhon, que sus padres, honestos comerciantes, le dieron una paliza de muerte el día que el niño, con diez años, convenció a los clientes para que compraran en un comercio cercano, más barato y de mejor calidad. La anécdota serviría para Klaus Croissant, un conocido abogado de la República Federal de Alemania, con aspecto de vendedor de productos de limpieza, que un día decidió asumir la defensa de varios miembros de la llamada «banda Baader-Meinhof» y terminó él mismo en la cárcel, cumpliendo condena de dos años y medio, inhabilitado para ejercer su profesión y proscrito en los medios oficiales de su país. El abogado, que pasa unos días en Madrid, cenó el viernes con un grupo de colegas españoles.
Croissant, sin un duro, vestido como de prestado, pacífico y con mirada inocente, pero testarudo y tenaz como un mastín, continúa impertérrito proclamando a los cuatro vientos su más íntima convicción: «Estoy absolutamente seguro de que todos ellos, Andreas Baader, Ulrike Meinhof, Jan-Karl Raspe y Gudrun Ensslin, fueron asesinados fríamente en la cárcel».
El abogado alemán, proscrito y condenado, se encuentra actualmente en Madrid.
Cuenta Aníbal Ponce, en su ensayo sobre Proudhon, que sus padres, honestos comerciantes, le dieron una paliza de muerte el día que el niño, con diez años, convenció a los clientes para que compraran en un comercio cercano, más barato y de mejor calidad. La anécdota serviría para Klaus Croissant, un conocido abogado de la República Federal de Alemania, con aspecto de vendedor de productos de limpieza, que un día decidió asumir la defensa de varios miembros de la llamada «banda Baader-Meinhof» y terminó él mismo en la cárcel, cumpliendo condena de dos años y medio, inhabilitado para ejercer su profesión y proscrito en los medios oficiales de su país. El abogado, que pasa unos días en Madrid, cenó el viernes con un grupo de colegas españoles.
Croissant, sin un duro, vestido como de prestado, pacífico y con mirada inocente, pero testarudo y tenaz como un mastín, continúa impertérrito proclamando a los cuatro vientos su más íntima convicción: «Estoy absolutamente seguro de que todos ellos, Andreas Baader, Ulrike Meinhof, Jan-Karl Raspe y Gudrun Ensslin, fueron asesinados fríamente en la cárcel».
Pregunta. Pero ¿por qué? ¿Qué necesidad tenían de asesinarlos? ¿Eran acaso tan peligrosos para la sociedad de la RFA? Resulta difícil de comprender. Estaban ya detenidos, la población no les apoyaba...
Respuesta. Hay que saber el efecto de su muerte para comprender la motivación. La estrategia antiterrorista en mi país consiste en extirparla en sus raíces, destruirles, aniquilarles. En la calle es una guerra y en la cárcel una destrucción sofisticada. Querían destruirles, temían que existieran tentativas de liberarles. Aprovecharon todo el asunto de Mogadiscio (el secuestro de un avión y la espectacular intervención de la brigada antiterrorista) para aniquilarles.
P. ¿Cree usted que la existencia de la banda Baader-Meinhof tuvo algún impacto en la sociedad alemana? Visto desde fuera parece que no establecieron ninguna relación con la población de su país.
R. Creo que tuvo más consecuencias de las que se creen. Al margen de estar de acuerdo o no con sus procedimientos, mucha gente se planteó por qué un grupo de personas de izquierda, inteligentes, se lanzó a la lucha armada, en su intento por cambiar algo de fondo. Sí, mucha, gente se planteó si es posible cambiar algo, en la RFA por los medios legales.
P. Usted está convencido de que fueron asesinados; hace poco se reabrió el "dossier Baader-Meinhof". ¿Cree que algún día se establecerá la verdad de lo sucedido en la cárcel de máxima seguridad de Stammheim sin ningún género de duda o sospecha?
R. Honestamente, no. Los familiares de Baader y de Ensslin han perdido un proceso contra el Estado, pero yo, soy muy escéptico sobre las posibilidades de que se haga la luz. La opinión pública está terriblemente intoxicada. La represión psicológica e ideológica, a nivel científico, es tan fuerte que no creo que existan muchas posibilidades.
P. Usted fue detenido en Francia, en septiembre de 1977, y juzgado en la RFA dos meses después, con el cargo de «apoyo a una asociación criminal». Recuerdo que sus primeras declaraciones antes de salir de París, camino de su país, fueron decir solemnemente: «Yo no Pienso suicidarme». ¿Tuvo al guna vez miedo por su integridad física?
Respuesta. Hay que saber el efecto de su muerte para comprender la motivación. La estrategia antiterrorista en mi país consiste en extirparla en sus raíces, destruirles, aniquilarles. En la calle es una guerra y en la cárcel una destrucción sofisticada. Querían destruirles, temían que existieran tentativas de liberarles. Aprovecharon todo el asunto de Mogadiscio (el secuestro de un avión y la espectacular intervención de la brigada antiterrorista) para aniquilarles.
P. ¿Cree usted que la existencia de la banda Baader-Meinhof tuvo algún impacto en la sociedad alemana? Visto desde fuera parece que no establecieron ninguna relación con la población de su país.
R. Creo que tuvo más consecuencias de las que se creen. Al margen de estar de acuerdo o no con sus procedimientos, mucha gente se planteó por qué un grupo de personas de izquierda, inteligentes, se lanzó a la lucha armada, en su intento por cambiar algo de fondo. Sí, mucha, gente se planteó si es posible cambiar algo, en la RFA por los medios legales.
P. Usted está convencido de que fueron asesinados; hace poco se reabrió el "dossier Baader-Meinhof". ¿Cree que algún día se establecerá la verdad de lo sucedido en la cárcel de máxima seguridad de Stammheim sin ningún género de duda o sospecha?
R. Honestamente, no. Los familiares de Baader y de Ensslin han perdido un proceso contra el Estado, pero yo, soy muy escéptico sobre las posibilidades de que se haga la luz. La opinión pública está terriblemente intoxicada. La represión psicológica e ideológica, a nivel científico, es tan fuerte que no creo que existan muchas posibilidades.
P. Usted fue detenido en Francia, en septiembre de 1977, y juzgado en la RFA dos meses después, con el cargo de «apoyo a una asociación criminal». Recuerdo que sus primeras declaraciones antes de salir de París, camino de su país, fueron decir solemnemente: «Yo no Pienso suicidarme». ¿Tuvo al guna vez miedo por su integridad física?
R. Sí, en algún momento pensé que todo era posible. Nada más llegar a la RFA descubrí en mi celda una cuchilla de afeitar. ¿Qué hacía allí? Yo también estuve considerado como «terrorista» y recibí el mismo trato que mis Clientes, aunque nunca estuve en la séptima planta de la cárcel de Stammheim, donde ellos murieron. Usted sabe que las cárceles de máxima seguridad como ésa son consideradas ya por Amnistía Internacional como «tortura blanca». No existen malos tratos físicos, pero psíquicamente alcanzan niveles de sofisticación insospechados. Las autoridades de mi país reconocen paladinamente que «son sólo para terroristas», lo que supone, en el fondo, una confesión de que con ellos todo está permitido y que reconocen su objetivo de exterminarlos.
P. ¿Qué sentido puede tener un grupo como el formado por Andreas Baader y Ulrike Meinhof en la RFA?
R. Para explicar su existencia habría que comprender el papel que desempeña en la RFA la socialdemocracia y la responsabilidad que le corresponde en todo esto. La socialdemocracia alemana garantiza la existencia de la sociedad capitalista y camufla sus contradicciones. El mismo problema se plantea, creo, en Italia con el partido comunista. La socialdemocracia de la RFA tiene un papel importante en el mundo y a través de ella se integra y coordina la represión en toda Europa. Es un Estado fuerte, capaz de hundir la revolución portuguesa o cualquier otra que pueda surgir en Europa.
P. ¿Qué sentido puede tener un grupo como el formado por Andreas Baader y Ulrike Meinhof en la RFA?
R. Para explicar su existencia habría que comprender el papel que desempeña en la RFA la socialdemocracia y la responsabilidad que le corresponde en todo esto. La socialdemocracia alemana garantiza la existencia de la sociedad capitalista y camufla sus contradicciones. El mismo problema se plantea, creo, en Italia con el partido comunista. La socialdemocracia de la RFA tiene un papel importante en el mundo y a través de ella se integra y coordina la represión en toda Europa. Es un Estado fuerte, capaz de hundir la revolución portuguesa o cualquier otra que pueda surgir en Europa.
Klaus Croissant se despide para cenar con un grupo de abogados españoles, entre los que se encuentra Cristina Alberdi, miembro del colectivo de abogados que asumió su defensa en Francia para impedir, infructuosamente, su extradición. Mañana viajará a Cuba y luego regresará a Stuttgart, donde reside desde que en diciembre de 1979 salió de la cárcel. «Pero sigo en paro. Estoy inhabilitado por cuatro años como abogado. En 1983 podre pedir el reingreso, pero estoy seguro de que el Ministerio de Justicia lo rechazará. Al menos mientras que no me calle. Y no pienso hacerlo».